Honestamente, no entiendo a los críticos. Le han perdonado la vida a cada bodrio rampante – desde espantosas aventuras para “jóvenes adultos” hasta las películas de Tyler Perry -, pero no pueden soportar una rutinaria comedia de acción bien hecha. Le han caído a palos a The Hitman’s Bodyguard sin detenerse a pensar si es un espectáculo sólido – el cual es, y en donde el público le ha dado su bendición con el Top 1 en el box office durante dos fines de semana seguidos… aunque, si bien es cierto, fueron los fines de semana mas flojos en recaudación de los últimos años -. Tendrá sus desprolijidades pero, que uno se divierte con Samuel L. Jackson y Ryan Reynolds, es sin dudas innegable.
Para los fans de Deadpool The Hitman’s Bodyguard es una excelente pieza de compañía. Claro, Reynolds acá la juega de tipo serio y es Sam Jackson el que pierde los cabales, puteando a 10.000 por hora como solo él puede hacer – ha convertido su motherf… en una marca registrada -. Hay situaciones bizarras, mucha acción filmada como los dioses – algo sorprendente pensando que ésta es una comedia de acción, en donde el hincapié está puesto en los chistes -, y un grupo de actores con una química impecable. Reynolds y Jackson se sacan chispas y funcionan de maravillas. Y sí, es probable que haya una secuela y yo estoy dispuesto a comprar desde ahora el ticket para verla.
En sí The Hitman’s Bodyguard es una versión hipercafeinada de Midnight Run – aquella deliciosa comedia de acción de 1988 donde Robert De Niro debía llevar a un sufrido Charles Grodin para que atestiguara frente a sus antiguos jefes de la mafia -, sólo que aquí los roles están cambiados. El testigo es mas malo que la peste y el custodio, si bien es letal, no deja de ser un ingenuo lleno de mañas. Claro, el tipo era un guardaespaldas top hasta que le mataron a un cliente VIP, toda la comunidad dejó de creer en su eficiencia y, desde entonces, rasca las monedas del tarro, pasando de un Jaguar último modelo a manejar un Ford C-Max y llevando impresentables contadores cocainómanos ante las fuerzas policiales. Para colmo el flaco tiene su corazoncito puesto en una dura agente de Interpol – Elodie Yung, probando suerte en la gran pantalla luego de su gran debut en la segunda temporada del Daredevil de Netflix -, el cual lo trata para el c… pero él la sigue amando igual. Reynolds no es el único con mal de amores; Jackson se desvive por una latina con mal genio tan letal como él (Salma Hayek, robándole cámara a Jackson a la hora de putear a 10.000 por hora en tres lenguas diferentes), la cual está en la cárcel… aunque quizás por no mucho tiempo.
The Hitman’s Bodyguard está plagada de momentos deliciosos fruto del roce de Reynolds y Jackson. Y, si hay algo que no funciona, es el personaje de Gary Oldman, el que parece pertenecer a otra película mucho mas seria. Ok, en una comedia como éstas hay que demostrar que el malo es malo y liquida gente – recuerden sino Arma Mortal 2 -, pero acá el dictador bielorruso de Oldman cae en un par de momentos de mal gusto, sea matando la familia de un tipo delante suyo – aunque las muertes ocurren fuera de cámara -, ordenando genocidios, enterrando cuerpos en fosas comunes o torturando al vendido Joaquim De Almeida de la peor manera posible.
No importa la lógica de los hechos; The Hitman’s Bodyguard no está pensada para ser realista sino para ser una gozada hasta que termine. Claro, es un formato viejo de comedia de acción – que estuvo tan de moda en los 80 y los 90 – pero, para mí, sigue siendo deliciosamente efectivo. Jackson, Reynolds y sobre todo Hayek roban escenas como los dioses, y se sacan chispas en una comedia efectiva e inspirada, la que podrá seguir caminos trillados pero nunca deja de entretener.