Es una comedia de acción cargada de humor negro e incorrección
El mejor guardaespaldas del mundo tiene un nuevo cliente: un asesino a sueldo, antiguo enemigo con quien se ha enfrentado en el pasado. Y aunque se odian mutuamente el agente protector tendrá que lograr que el sicario llegue a La Corte Internacional de La Haya, vivito y coleando, para poder testificar en contra de un peligroso dictador de Europa del Este.
Los intérpretes (actuando en piloto automático) se la pasan en grande en este filme sin pretensiones, que oficia como parodia de las historias de genero tan recurrentes en el cine norteamericano.
Ryan Reynolds aún emocionado con los resultados de Deadpool, juega al sarcasmo en todo el metraje, acompañado por un malhablado Jackson, que parece hacer de cada exceso actoral una virtud: su composición cercana a la caricatura funciona dentro del delirante argumento.
Las secuencias de acción son imponentes, sobre todo una persecución por los canales de Ámsterdam en donde el director Patrick Hughes "pone toda la carne en el asador".
El villano que compone Gary Oldman parece salido de una viñeta de Tin Tin, pero es funcional a la trama.
Como nueva exponente de las "buddy movies", la película es entretenida, tiene algunos buenos chistes y una pareja protagónica atractiva. Sin destino de clásico, aunque resulte previsible termina siendo efectiva.