Nuevo exponente de la comedia de acción con pareja despareja, "Duro de cuidar" de Patrick Hughes ofrece pocas experiencias nuevas y no balancea bien entre sus dos vertientes.
Probablemente, el género de acción y la comedia sean los dos géneros que mejor resultados dan a la hora de plantear un cine pochoclero y pasatista. Qué mejor que la posibilidad de verlos juntos en una misma película, un producto que ofrezca vértigo, explosiones, músculos, risas, y momentos absurdos por igual.
La mezcla está lejos de ser una novedad. Todos los años pareciera que sí o sí tenemos que tener uno de estos títulos que se dividen entre el policía/agente haciendo dupla con un outsider inexperto; el policía/agente de buenos modales junto al policía/agente bravo; o el policía/agente dentro de la ley uniéndose por fuerza mayor con alguien fuera de la ley que resulta no ser taaan malo.
El punto de partida puede ser cualquiera, pero el destino es el mismo, la pareja dispareja en peligro y a los tiros. "Duro de cuidar" responde al último modelo, el agente que termina unido con alguien que supuestamente debe formar parte del bando de los enemigos. En este caso, se trata del agente guardaespaldas Michael Bryce (Ryan Reynolds), que luego de ser un triunfante en lo suyo, rápidamente cae en desgracia tras una operación fallida con la consecuencia de su protegido muerto.
Luego de ese hecho, Michael se recluye y pasa a trabajar como guardaespaldas de abogados de narcotraficantes, y otros trabajos denigrantes y menores. Paralelamente, el dictador bielorruso Vladislav Dukhovich (Gary Oldman en plan denme trabajo ya) asesina a la familia de un científico para obligarlo a que este trabaje para él. El científico se revela, se recurre a la justicia internacional, y Dukhovich será juzgado en La Haya.
El principal testigo del denunciante es Darius Kincaid (Samuel L. Jackson), un asesino a sueldo que trabaja para las grandes esferas, y que precisamente, se negó a cumplir las mortíferas órdenes del dictador de Bielorrusia porque su código de honor es sólo asesinar a personas que se lo merecen, a tipos malos… en fin.
Volviendo a Bryce, una ex novia de él, también agente de Interpol lo localiza para encargarle el traslado de Kincaid porque sabe que él es el mejor en lo suyo. En el traslado las cosas salen mal, y Michael y Darius deberán huir juntos y defenderse para poder cumplir con la misión de llegar sanos y salvo a declarar; todo sea por la paz mundial. Ryan Reynolds ya demostró varias veces moverse en las aguas tanto de la acción como de la comedia. Carisma no le falta, y hasta el personaje por el que todos lo celebran ahora, Deadpool, es una mezcla exacta entre esos dos polos.
Samuel L. Jackson debe ser uno de los actores con más onda en el Hollywood actual, a poco de pasar la barrera de los 70 años, no sólo es inoxidable, mantiene una actitud patea traseros envidiable. Es más, Jackson ya protagonizó, por lo menos, dos películas con esta tónica The Man/Detective por error y Fórmula 51 (sospechosamente muy similar a esta).
Sin embargo, pese a tener dos protagonistas ideales, "Duro de cuidar" falla. Michael Bryce y Daruis Kincaid no son personajes bien definidos, o por lo menos no bien definidos en sus opuestos. Ambos son expertos en el uso de armas, tienen mal carácter, y una idea de lo legal ambigua. Kincaid tiene reacciones poco formales que descolocan y complican a Michael; pero este tampoco tiene el comportamiento de un señorito.
Por lo que, la química despareja no funciona tan bien como debería. Aun dejando de lado las connotaciones ideológicas de la propuesta (volvieron los rusos malos), la historia hace aguas por todos lados, las motivaciones son pobres, y todo debe ser tomado en el grado de ser una comedia liviana.
Comedia que tampoco llega a estar bien explotada. Las comedias de acción deberían entregar dosis parejas de ambos contenidos, o introducir comedia en la acción, o viceversa. Eso no sucede en Duro de cuidar, en donde la acción se interrumpe para un momento de comedia esporádico, y vuelta a la acción. Hay buen despliegue técnico para la adrenalina, pero poco lugar para una franca sonrisa.
Los momentos de humor llegan a quedar algo descolocados. Los personajes secundarios suelen ser un buen pilar de estas propuestas, y en Duro de cuidar son otra de sus falencias, y no por falta de talento. Ya hablamos de Gary Oldman, pobre, debe necesitar pagar sus cuentas. El hombre está en otra película, intenta actuar bien y sus diálogos sin indecibles.
También se encuentra Salma Hayek como la esposa de Darius en una historia paralela, que nunca se conecta bien con el tronco central, y desaprovecha a la bomba mexicana que ha sabido ser buena actriz y comediante. "Duro de cuidar" es correcta desde lo formal, en su muestrario de presupuesto; pero más allá de eso, no ofrece nada nuevo y desaprovecha las armas que tiene.
Por último, es llamativo como comedias argentinas que aplican esta fórmula de la pareja dispareja en acción son fuertemente rechazadas por crítica y público aun ofreciendo un producto mucho más logrado que estos productos venidos de un Hollywood degastado, repetitivo y sin ideas frescas, pero de mayor aceptación por ambos lados. Cuestión de idiosincrasias.