Duro de cuidar es acción en grandes dosis y comicidad en menor medida protagonizada por una pareja actoral con buena química.
Ryan Reynolds es Michael Bryce, un agente de seguridad caído en desgracia por una misión fallida, que tiene la responsabilidad de trasladar, sano y salvo, desde Londres hasta La Haya, a un sicario Darius Kinkaid (Samuel Jackson) que debe testificar contra un dictador de Bielorrusia, Vladislav Dukovich (Gary Oldman), que cometió crímenes de lesa humanidad. A cambio de su testimonio, Kinkaid pretende lograr la libertad de su encarcelada esposa Sonia (Salma Hayek). Bryce, por otro lado, de ser exitosa su misión, pretende reconquistar a su ex mujer (Elodie Yung), que trabaja en el Servicio de Inteligencia.
El título original es The Hitman’s Bodyguard (El guardaespaldas del sicario) y resulta bastante irritante que, por inexplicables motivos de marketing, se lo haya cambiado a este Duro de cuidar que suena más a baby sitter teniendo que velar por una criatura insoportable.
El director de todo esto es Patrick Hughes, responsable de Los indestructibles 3 (The Expendables 3), llevando a cabo una fórmula que nunca pierde vigencia, ya sea realizada con mayor o menor pirotecnia visual y verbal, que está sujeta a la química entre los actores elegidos.
Esto es, una pareja que debe soportarse a pesar de las diferencias para llevar a cabo un fin. Dos tipos que se odian pero se respetan las lealtades. La cosa funciona (casi) siempre, desde Jerry Lewis y Dean Martin, pasando por Eddie Murphy y Nick Nolte en 48 horas, Robert De Niro y Charles Grodin en Midnight run, Mel Gibson y Danny Glover en Arma mortal, hasta la más reciente Dos tipos peligrosos con Ryan Gosling y Russell Crowe.
En este caso, Ryan Reynolds, en un muy buen momento de su carrera, gracias a Deadpool y, quien ya es un clásico, aunque a veces se repita demasiado, Samuel Jackson. Es notable y para destacar la prolífica carrera del nominado al Oscar por Pulp Fiction, un actor cercano a los 70 años, cuya filmografía despegó con esa película, cuando contaba con 48 diciembres en su haber y que, desde entonces, está presente en las pantallas a un promedio de cinco films por temporada. Por el lado de las damas, una explosiva Salma Hayek es la latina que putea en dos idiomas.
Duro de cuidar no tiene otra misión que la de entretener, con una despareja dosis de chistes no siempre eficaces y un envoltorio a veces lujoso (por moverse por grandes ciudades como Londres, Amsterdan y La Haya). Persecuciones en las que chocan autos, lanchas y motos, coreografiados como en la vieja escuela. Y en algunos momentos, explosiones y fuego generados por CGI que parecen medio berretas. En algunos tramos es caótica y en otros inusitadamente sangrienta.
Quizás la clave para entender en que falla Duro de cuidar es que no se trata de una comedia de acción, sino más bien de una parodia. No en vano uno de sus posters es casi una caricatura de El guardaespaldas, con Whitney Houston y Kevin Costner. Aquí con Reynolds llevando en brazos a Jackson.