A matar imbéciles
Bruce Willis aseguró que se producirá una sexta entrega de "Duro de Matar", y esperamos que se haga. Porque un personaje como John McLane merece despedirse con un filme que haga honor a su historia cinematográfica y no con esta mediocre historia de la que nos acuparemos a continuación.
La acción transcurre en Moscú, donde el hijo de McLane está involucrado en una trama poco clara en la que dos rusos se disputan secretos y poder. El viejo McLane acude en ayuda de su primogénito, con quien no mantiene una buena relación, y llega justo para la acción; una primera secuencia donde lo inverosímil se une a lo ridículo para satisfacción de los amantes de esta saga.
Desafortunadamente el relato es pobre y solo se sostiene en los tramos de acción. El director logra que en escasos minutos sin balaceras de por medio, el tedio asome y domine la escena, pero afortunadamente el filme no se extiende demasiado y no llega a aburrir del todo.
Bruce Willis ya no hace el gasto, y sus escenas ya no son lo que eran, por lo que descansa y reparte las acciones con el poco carismático Jai Courtney, quien en el filme no es digno heredero de su padre ni de su leyenda.