¿Qué hace a una película de suspenso buena? Según cada quien, puede que sean los asesinatos escandalosos, la persecución del victimario para atrapar a la víctima, o la búsqueda de este último para desenmascarar al victimario. A diferencia de otros géneros más estrictos como el terror, las cintas de suspenso no tienen un objetivo definido e inequívoco. Sin embargo, hay una tarea que deben cumplir todas las producciones del género: la formulación de intrigas, de agujeros, de espacios en blanco. El suspenso es aquello que crece cuando los personajes saben algo que nosotros no. ¿Pero qué pasa cuando los personajes tienen las mismas dudas que nosotros? El suspenso funciona a la perfección.
Julián Lemar (Diego Peretti) es un afamadísimo escritor que busca alejarse del estrés citadino para escribir su próximo best-seller. Para ello, decide irse de vacaciones con su familia a una cabaña ubicada en un bosque recóndito. Acá es donde diríamos “todo parecía ir bien hasta que”, pero no. Desde que Julián aparece en escena, lo notamos inquieto y desconfiado de sus alrededores, afligido por un déjà vu que le late en la sien y no lo deja en paz. El escritor hace lo posible para ignorar el mal presentimiento, pero cuando la tormenta nocturna trae consigo a una mujer desesperada por ayuda, las piezas de su rompecabezas mental dejan de encastrarse unas con las otras, y ya no logra distinguir la realidad de la ficción.
El punto fuerte de la cinta reside en que este rompecabezas desarmado no se vuelve a armar por sí solo, sino que nosotros somos los encargados de encontrarle un sentido. Aquellos entrenados en el sub-género de películas donde se encuentra “Ecos de un crimen” sabrán leer rápidamente entre líneas. En cambio, los que no estén habituados a este tipo de cine pasarán la mayor parte de la cinta entretenidos en la búsqueda de respuestas. Quizá para los primeros el largometraje sea un poco predecible, puesto que se sirve de varios mecanismos ya oxidados para indicar que clase de historia esta contando. Sin embargo, son estos mismos fanáticos del género los que sabrán reconocer que “Ecos de un crimen” cumple con su cometido, ya que sitúa al público entre el angustiante punto entre la duda y la incertidumbre.
¿A qué nos referimos con esto? A que los personajes van llevando de la mano al espectador, sin estar ni un paso adelante ni un paso atrás. Avanzamos a la par que Julián mientras descubre el motivo de sus delirios, en lugar de solo observar como otros saben lo que él no o como él sabe más que otros. Así se logra una total inmersión en el suspenso , que a medida que nos da más respuestas nos genera el doble de interrogantes. Ello se complementa con la crepitante atmósfera de la casa, que está en un espacio tanto abierto como claustrofóbico a la vez. Por último, las actuaciones que cuentan con acciones y no con palabras terminan siendo la cereza del postre.
Lo que le quita un par de puntos a la película son algunos elementos de la historia que apuntan al final de la trama. Como el desenlace de “Ecos de un crimen” es inesperado, no podemos ni imaginar remotamente que dichos elementos construyen la base de la última parte de la historia, y quedan flotando en el éter como datos sin contexto. Sin embargo, dichos pedazos de información pueden contarse con los dedos de una mano, el resto de la trama está muy bien planificada y constituye una película recomendable para aquellos que quieran instruirse en la ficción de deducción.