La última película del director Cristian Bernard nos presenta al escritor de policiales Julián Lerma (Diego Peretti), quien luego de un pico de stress debe recluirse en una casa de descanso junto a su familia para poder despejarse y al mismo tiempo retomar su trabajo pero inmediatamente las vacaciones degeneran al presentarse en su casa Anna (Carla Quevedo), una mujer que al parecer es víctima de un crimen, quien necesita refugio y protección de su marido (Diego Cremonesi) pero que al parecer no es quien dice ser o que al menos no dice toda la verdad acerca de su tragedia.
Ecos de un crimen es una película que intenta introducir al espectador en un mundo en el cual nada es seguro ya que de a poco las bases que va sentando desde el principio se van destruyendo a través de la repetición y reconstrucción de los hechos. El punto es generar una historia que por medio de su potencia narrativa nos atrape, pero fracasa en ese intento. Si bien la película podría remitirnos algunas obras de suspenso psicológico al estilo de las obras de Michael Katsenberg o más precisamente al thriller Identidad (Identity, James Mangold, 2003) por la estructura que adopta la historia a mitad de la película.
El gran problema es que todas las pretensiones, que no son muchas, forman parte de un guión torpe que termina dando por tierra con todos los posibles logros obtenidos. Si bien el guión trata de ser sólido, son sus diálogos los que atentan directamente con la obra: los personajes van narrando los hechos que suceden en pantalla, haciendo que la experiencia audiovisual se vuelva superflua e innecesaria. Allí donde la cámara nos muestra a un auto entrando en escena el guión siente la necesidad de que los personajes nos comuniquen que efectivamente llego un auto, cuando escuchamos un ruido los personajes no proceden a reaccionar ante este sino que proceden a contarnos que se ha producido un ruido, una y otra vez este tipo de actos por parte de los personajes nos va dejando fuera de la historia ya que pierde interés, la historia deja de ser presentada de forma audiovisual para pasar a ser narrada por sus personajes.
Básicamente la torpeza narrativa termina destruyendo lo bueno que formalmente nos presenta la película, es decir un buen manejo técnico y cierta dinámica en la edición y un montaje bastante preciso. Las actuaciones mantienen un buen nivel en cuanto hablemos del trabajo de la dupla protagónica: Diego Peretti y Julieta Cardinali, pero son los secundarios los que al parecer no entienden el registro de la historia, sobre todo Carla Quevedo, quien parece perdida en la película produciendo una suerte de vergüenza ajena con su actuación propia de una producción amateur y no de una superproducción (en cuanto al medio argentino nos referimos) en la cual intervienen Warner Brothers y HBO Max.
Ecos de un crimen es una película que encierra grandes pretensiones y que de alguna manera es entretenida pero que en el fondo esconde enormes falencias que son imposibles de dejar de lado a la hora de analizarla, ya que uno debe analizarla por lo que contiene en su estructura y esta película contiene errores que se vuelven insoslayables y que la convierten en un producto menor lleno de todos los clichés del género que no logra saltar sus propias deficiencias.