Thriller que refrita fórmulas vistas hasta el cansancio
El thriller psicológico Ecos de un crimen, dirigido por Cristian Bernard, engaña al espectador que busca sorpresas, ya que no es más que un refrito de cosas ya vistas, con varios problemas de estructura narrativa.
Ecos de un crimen corresponde a la categoría de filmes que 'se ven una vez y nunca más'. El problema viene encadenado a las expectativas de los espectadores que busquen una inyección de adrenalina y terror que los inmovilice a la butaca: dichas sensaciones no aparecen y la frustración que genera eso es un tanto decepcionante. .
Julián Lemar (Diego Peretti) es un escritor de novelas de terror que atraviesa un bloqueo creativo, cosa que le impide seguir la saga de El Escorpión (el célebre personaje que lo catapultó a la fama). En un intento por relajar su mente, alquila una casa de campo junto a su esposa (Julieta Cardinali) y su hija. Cuando se desata el diluvio, aparecen los problemas: la llegada de una joven desesperada (Carla Quevedo) que asegura que su pareja (Diego Cremonesi) asesinó a su bebé y quiere matarla, rompe la tranquilidad y pone en estado de alerta a los anfitriones de la casa.
El planteo de Ecos de un crimen es ambicioso y roba -de forma obvia- recursos y estrategias del universo de Stephen King, más específicamente de El Resplandor. No hace falta hacer grandes análisis para deducir, desde la escena inicial, que el personaje de Diego Peretti está a un paso de la locura. Esto, que debería ser un misterio a sostener durante toda la trama y no lo es, marca de entrada la primera gran decepción con la historia. Aún así, el actor ofrece una intepretación sólida, y por momentos logra atemorizar.
La gran falla en la nueva película de Cristian Bernard reside en la repetición constante de las escenas, al estilo de El día de la marmota. Cuando uno ya creía poder atar cabos en el misterio a resolver, el infierno vuelve a empezar. Una y otra vez. Este ritual es solo tolerable al inicio; al caer en la cuenta de que no hay un interés genuino por darle un giro de shock a la historia, es cuando se diluye toda la emoción.
Si se hace la vista gorda a las fallas de estructura narrativa, el resultado puede llegar a entretener. Ecos de un crimen apenas roza lo decente y eso se debe a la destreza del cineasta para lograr algunos planos e interpretaciones que resaltan. Si se va al cine con la esperanza de ver un thriller bueno, puntualmente este no es el caso.