Veremos qué pasa con este film en estos tiempos inciertos, donde además el cine argentino, sin importar lo bueno que sea, parece fuera del radar de los que pagan entradas. Sería una pena porque Cristian Bernard demuestra en esta película una cinefilia real y alejada de la corrección política.
Es decir, incluso si uno puede sentir en estos Ecos... ecos de otros films con asesinato que puede ser otra cosa y vueltas de tuerca, no se trata de lo explícito sino del respeto y el conocimiento (sobre todo lo segundo) de las elementos de una tradición.
Bernard, dicho sea de paso, demuestra ser un muy buen director de actores que devuelve a sus mejores momentos a Diego Peretti. Lo demás es una historia bien construida y un clima construido con el tempo justo para que los efectos dispuestos por el guión funcionen como deben.
En última instancia, la película es también un discurso sobre la ficción y su poder, sobre el rol de la imaginación cuando penetra en la vida cotidiana por el camino de lo terrible: la historia refleja la idea de modo límpido.