Ecuación

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Sergio Mazurek presenta su segundo largometraje luego del interesante producto de género Lo Siniestro de 2009; y con tan solo dos films en su haber podemos encontrarnos muchos sellos personales.
Hablamos de una propuesta modesta, de recursos económicos escasos, y de resultados estimables, como Ecuación: Los Esclavos de Dios.
El dreamboy del cine independiente Carlos Echevarría interpreta a Hermes, un médico algo sombrío, envuelto en una relación amorosa que parece estar llegando a su fin. Lo que parece como una serie de coincidencias pronto levantan sus sospechas, la cantidad de muertos está acrecentándose y todo parece estar relacionado a un extraño hombre con un sobretodo negro que merodea cada escena de muerte (Eduardo Ruderman).
Las muertes no serán solo en el quirófano, suceden en la calle de forma repentina, y hasta en el seno cercano del propio Hermes que comienza a atar cabos.
El guion de Guillermo Barrantes, sumado al estilo apesadumbrado de Mazurek en la dirección, apuestan a un juego detectivesco de intrigas en el que el protagonista irá revelando su verdad, acompañado por una serie de pistas en las que el espectador también deberá estar atento.
Tal como sucedía en películas como Mensajero de la Oscuridad, Knowing, o Los Testigos, el asunto deparará en ribetes místicos en los que la realidad y la ensoñación irán trazando límites difusos.
Tal como sucedía en Lo Siniestro, el director se inclina por introducir de a poco al espectador en la historia, generar un lento interés, e ir atando cabos en lo que en un primer momento no parece tener demasiado sentido.
Ecuación es un producto de género hecho a pulmón. El cine de género ha crecido mucho en estos últimos años en nuestro país, y ha escalado en ciertas películas de mayor demanda de producción; pero es saludable poder toparse todavía con películas como esta hechas con el corazón y más pasión que grandes recursos.
El cuidado en la fotografía, la fluidez de varios planos, y la correcta elección en la iluminación para el tono que se quiere otorgar al film, nos hablan de un producto hecho con el suficiente talento como para aprovechar al máximo con lo que se cuenta.
Datos a destacar, el también talentoso Fabián Forte, no solo tiene un cameo en el film, oficia como asistente de dirección; como así también podemos encontrar nombres fuertes como el de Daniel de la Vega y Pablo Pares en diferentes rubros técnicos que nos hablan de calidad.
A nivel interpretativo, los nombres de Echevarría, Roberto Carrnaghi, Marta Lubos, Ruderman, Diego Alfonso o Paula Siero le aportan el suficiente dramatismo que la historia necesitaba, y se adentran cómodamente en el juego de género cuando el entramado lo necesite.
Un giro interesante sobre el final resignifica la historia y la revaloriza, despertando un mayor interés sobre lo que hasta ese momento habíamos visto y redondeando un producto digno y con los suficientes valores como para ser celebrado en la pantalla grande.