Ecuación, los malditos de Dios es una nueva producción argentina de terror sobre un tema tan antiguo como tradicional: la muerte. La vida del Dr. Hermes Vanth toma un giro hacia lo macabro cuando descubre que a su alrededor las personas están empezando a fallecer, y siempre hay un misterioso anciano presente.
Muertes extrañas:
Ecuación, los malditos de Dios presenta una historia más bien convencional que muestra todos los indicios de ser una producción independiente. Creo importante aclarar que no es específicamente una película de terror, sino que se desarrolla como un thriller de misterio del estilo Devorador de pecados (2003) o El rito (2011).
El protagonista Hermes Vanth (Carlos Echevarría) es un doctor que convive con la fatalidad, pero comienza a notar una inexplicable cadena de muertes tanto adentro como afuera de su hospital, como si la muerte lo rodeara. Y parece que es literalmente así, porque hay un extraño hombre rondando en cada una de las desgracias.
Dirigida por Sergio Mazurek (quien en el 2009 llevó adelante el film Lo Siniestro) nos entrega una cinta que busca mostrarse profunda pero peca en presentar algunas superficialidades evidentes. Los personajes nunca llegan a ser naturales y no ayuda que algunas actuaciones tengan por momentos un nivel casi amateur.
Dentro del elenco, quien se destaca especialmente es Roberto Carnaghi, un actor sólido que brinda un papel chiquito pero memorable.
El círculo se cierra:
Un problema con el guión es que, conforme avanza, se va tornando más inconsistente hasta un final al mejor estilo M. Night Shyamalan que -si bien es ingenioso y satisfactorio- no logra salvar del todo a esta producción.
Un ejemplo es la cantidad de momentos en los que aparecen personajes de forma aleatoria que, de pronto, parecen ser expertos en criptología, matemáticas y ciencias oscuras. En ese sentido, no se termina de aprovechar la narración visual que presenta el cine y se reemplaza por una gran cantidad de exposición: personajes literalmente contándote lo que necesitás saber para que la trama avance.
Conclusión:
El eterno problema con el género del terror es que, al ser históricamente redituable y accesible de filmar, abunda y tiende a repetir sus fórmulas. Por eso es difícil encontrar algo que verdaderamente se destaque del resto. Para mí, una gran sorpresa nacional este año fue Los Inocentes, que me resultó visual y argumentalmente muy atractiva. En su lugar, Ecuación, los malditos de Dios es una película con mucho potencial para crecer que podría haber trabajado su guión con más firmeza. Si bien existen una serie de baches narrativos y errores técnicos que esta producción independiente no logra sortear, entretiene y nos guía hasta un desenlace interesante.