Promocionado como un simple film de terror, Eden Lake produce más espanto por su concepto y realización que por responder a los resortes clásicos del género. Coqueteando en buena parte de su metraje con el golpe bajo, el gore y la truculencia, este film británico se puede definir más como un thriller extremo y sale bien parado de tanto desborde, redondeando una pieza sin concesiones que vale la pena ver. Hay que atreverse, porque la propuesta no es para estómagos frágiles; el director debutante James Watkins no anduvo con medias tintas al plantear un crudo enfrentamiento entre una pandilla de preadolescentes y una pareja que sólo tenía pacíficos y románticos planes. El marco, un idílico y solitario paisaje arbóreo al borde de un lago, lentamente irá cobrando un aspecto más sombrío, y ya el bosque y la naturaleza pasarán a resultar agrestes y siniestros. Si bien en un principio la película parece tomar partido por la inocente pareja de enamorados, luego esto no será tan claro y se verá que en ellos también subyacen instintos revanchistas y criminales. Excelentes intérpretes, tanto de parte del dueto protagónico como del convincente grupo de jóvenes, completan un cóctel excedido en sangre pero atrayente y con espacio para la reflexión.