Gore y tensión para despedir bien el año
Hoy en día, con las animosidades de la mayoría de la gente en estado de franco aumento, convendría realizar charlas-debate en torno a Eden Lake, sólo por el simple hecho de molestar a los demás y generar más desconcierto, si al fin y al cabo para eso estamos.
¿Cómo reaccionar ante un grupete de auténticos cacos que turban el idílico fin de semana que planeaste junto al amor de tu vida?
Bastante alejados de aquéllos simpáticos cacos que amenizaban el video-clip Señor Kioskero, de Intoxicados -con sus remeras “caco 1” y “caco 2”- los cacos de Eden Lake son jovencitos sajones de un pasar económico digamos más o menos bueno, aprovisionados de tecnología, buena indumentaria y perros de raza.
Jenny (La colo Kelly Reilly) y Steve (Michael Fassbender) se presentan como una sólida pareja actual -convencionalismos mediante- y discuten por tonterías mientras emprenden camino hacia una reserva forestal con un bosque hermoso, pajaritos, y un lago estupendo. La idea de Jenny respecto a un fin de semana amoroso poco tiene que ver con carpas y fogatas, pero la idea parece girar en torno a ponerle onda a la relación, de modo que Jenny accede con un poco de recelo al rapto boy-scout de Steve, pero sin perder la sonrisa.
A poco de hallarse asentados en el lago de marras, disfrutando del cinturón lacustre (la playa del lago, digamos), nuestros héroes recibirán la inesperada y poco grata visita de un conjunto de adolescentes con muy pocas pulgas, dispuestos a molestarlos desde el vamos ya sea con su música hip-hop a todo volumen, su perro de 114 kilos que no deja de ladrar y arremeter, ó sus vocablos soeces explicitados a viva voz.
El asunto se torna interesante (para el espectador) cuando uno de los jóvenes pela un largavistas y se pone a disfrutar de las amenas curvas de Jenny. Y se vuelve un poco más picante y entretenido cuando, luego del esperable enfrentamiento entre el macho Steve y los jóvenes, éstos deciden irse de la playa no sin antes ajusticiar en forma a uno de los bienes personales más apreciados de Steve.
La situación perderá toda clase de control cuando Steve decida (acompañado por la siempre comprensiva Jenny) continuar el enfrentamiento con el grupo, que a esta altura ya no presenta interés en discernir con cautela el impacto de sus actos. El desmadre comprenderá torturas, muertes y feroces cacerías entre los sobrevivientes de ambos elementos en conflicto.
Eden Lake nos recuerda (a la ligera, claro está) a Lord of the Flies por el simple hecho de presentar a un grupo de púberes conformando una mini-sociedad que no escatima en resolver sus inconvenientes más profundos con inusitada violencia. En aquélla isla desierta, los púberes no contaban con absolutamente nada más que ellos mismos (además de cascadas y cocoteros).
Aquí, en Eden Lake, los púberes son cinco ó seis gomas que cuentan con un entorno protector (bastante hostil) colmado de hermanos y tías cuarentonas; entorno al cual volver cuando se les pasa el mambo destructivo. También cuentan con celulares de última tecnología que utilizan como medio de registro para sus locuras hardcore.
El director James Watkins pifia en apelar a un tip quizá innecesario como justificación extra en el desborde de los jóvenes (el plano de un crío obligado a inhalar popper por otro), pero el resto es -mal que nos pese- puro y duro thriller, gato y ratón en su máxima expresión (inversión de roles incluído), con algunos permisos gore, una femme fatale en potencia (leer bonus track) y la innegable cuota de incomodidad y alarma que nos podría generar el hecho de que una película como ésta se proyecte en Capital Federal.
No exageraríamos al decir que luego de Eden Lake, algún que otro afiebrado pedirá a los gritos que se agilicen los procesos judiciales ó el accionar policial ó que -directamente- se baje la edad de imputabilidad.
Bonus Track:
- La colorada Kelly Reilly ya hizo de las suyas en Puffball, y allí expuso del todo sus curvas, si es que el factor cárnico aportado por el plano mirón los dejó con deseos de más.
- Junto con Chugyeogja (Hong-Jin Na), Eden Lake presenta uno de los finales más hijos de puta de los últimos años. Finales que no presentan ninguna clase de merced con el espectador cómodo que piensa sabérselas todas, ése que quizá todavía no se entera que incluso en géneros tendientes a los finales no dichosos pero corolarios y tranquilizantes (como el horror) ya podemos empezar a despedirnos del modelo de final feliz y anestésico al que estamos acostumbrados. Auspiciosa señal.