Esos locos bajitos...
Más cerca de un tenso thriller que del terror exhibicionista, Eden Lake es un incómodo film donde el espectador sufre a la par de sus desafortunados protagonistas.
La ópera prima de James Watkins (guionista de la segunda parte de The Descent, a estrenarse en Argentina en enero de 2010), narra el derrotero de Jenny (Kelly Reilly) y Steve (Michael Fassbender), jóvenes tortolitos dispuestos a vivir un fin de semana de arrumacos en el alejado Lago Edén. Pero poco tiene de paraíso este lugar: un grupo de adolescentes hostigan a la pareja desde el instante mismo de su arribo. Pronto, las diatribas e insultos se convierten en agresiones físicas y torturas, transformando a esa idílica luna de miel en un juego del gato y el ratón donde el único objetivo es sobrevivir.
La empatía con los protagonistas es un elemento clave en películas como Eden Lake. Su ausencia marca un distanciamiento entre la historia que se narra y el espectador que observa, hundiendo a este último en el tedio y la indiferencia. Aquí, ese elemento no sólo no brilla por su ausencia sino que asoma con una fulgorosa presencia: la pareja sufre, grita, corre, y el relato invita, gracias al pulso narrativo de Watkins, a que su suerte sea de vital importancia para el relato. Mientras que la tendencia iniciada por la saga de El juego del miedo (Saw, 2004) y su infinito séquito de clones y copias es a interesarse no por quién muere sino en cómo lo hace, aquí eso queda fuera de campo (de hecho, sobre la mitad de la película se produce un quiebre argumental que la misma elige no mostrar) para que la cámara siga a los verdaderos protagonistas, Jenny, Steve y la supervivencia (o no) de ambos.
Las motivaciones de los victimarios son más políticas que psicológicas. Ellos, faltos de un norte a seguir, de un modelo de vida a imitar, buscan llenar el vaciamiento de sus ideales con un burdo intento de trascendencia, de pertenencia a un mundo que los desconoce. No actúan para saciar su ego mesiánico (el Jigsaw de El juego del miedo) ni por revanchismo personal (Jason Voorheesen la saga de Martes 13, Freddy Krueger en Pesadilla, y sigue la lista) sino por el mero hecho de dejar un registro de sus existencias: todo es un gran show para la cámara que inmortalizará ese momento de relevancia efímera, nada tendría sentido sin la presencia de ese pequeño artefacto que todo lo ve, todo lo oye, todo lo graba.
Estrenada en silencio, Eden Lake es mucho más que la acumulación de sustos y gritos que se generan durante el metraje. Es un thriller político, intenso, bien filmado y sólidamente narrado.