Lo habitual en las críticas de films como “Eden Lake” es su recomendación a los “adictos al género”. Sin embargo, esta afirmación puede resultar injustificada en este caso. Por empezar, no se trata estrictamente de una película de “terror”, género que suele albergar a producciones con elementos fantásticos y por ende alejadas de la realidad. Más bien, en este caso, estaríamos más cerca de un thriller, con el aditamento de ser uno de los más violentos que se han visto en nuestras pantallas recientemente.
De allí que se hesite en recomendarlo, prefiriendo hacerle la advertencia al potencial espectador. También es necesario aclarar que no estamos frente a una obra maestra, ni siquiera una de esas propuestas de visión imprescindible. Hecha esta salvedad, se puede decir que existen elementos suficientes que justifican una nota y el eventual paso del lector por el cine.
Se trata de la ópera prima del director británico James Watkins, cuyos mayores aciertos estarían en un muy adecuado casting. Por un lado, un par de actores en claro ascenso: Kelly Reilly (“Orgullo y prejuicio”, “Piso compartido”, “Las muñecas rusas”) y Michael Fassbender (“Bastardos sin gloria”, “Hunger”, “Fish Tank”), encarnando a una feliz pareja que deciden pasar un agradable fin de semana en una cantera abandonada, al lado del lago cuyo nombre (también el del film) se revelará una cruel ironía.
La pareja se topará con un conjunto de adolescentes y algún que otro niño, en su mayoría actores debutantes o novatos (otro mérito del casting), que les harán la vida imposible. Un involuntario accidente fatal, que se prefiere no revelar, desatará la furia de los “chicos” que empezarán por robarles el auto a sus ocasionales vecinos.
Hasta aquí la violencia no será mayormente física, sino el producto de amenazas verbales mutuas (excluido el hecho accidental señalado), cuando ya ha transcurrido casi la mitad del metraje. Pero lo que sobreviene de aquí en más se encuadra en una de la progresiones de violencia creciente, pocas veces vistas en la pantalla. Puede discutirse si la misma es o no gratuita, pero lo que difícilmente pueda ser rebatido es que logra movilizar al espectador, quien puede terminar tomando partido, normalmente, por los adultos. El debate sobre la justicia propia y el “ojo por ojo, diente por diente” dividirá seguramente las opiniones pero “Eden Lake”, con sus falencias que las tiene, no nos deja indiferentes.
Quizás sea difícil creer el comportamiento del personaje femenino, cuando están torturando a su compañero o también su decisión de esconderse en un hediondo basurero. Aunque a favor de ambas situaciones podría afirmarse que en un acto de desesperación todo es posible. El final no desentona con el resto del film, intentando de alguna manera justificar al conjunto. El énfasis que hace en la influencia de la educación de los padres sobre la conducta de los hijos no es en nada original, pero tampoco está de más.
Se han señalado diversos influjos y parecidos de “Eden Lake” con obras anteriores. No serían ni “El juego del miedo” (en sus diversos opus) ni “Funny Games” los mejores referentes. Más bien nos inclinamos por relacionarla con “La violencia está entre nosotros” (“Deliverance”) y “El señor de las moscas”, que sin duda eran superiores.