De raves y otras chauchas
Parte de la historia de la música electrónica francesa de los 90 se encuentra expuesta en el elogiable drama Eden, de Mia Hansen-Løve, directora que sería premiada por su segundo film, El padre de mi hijo, en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes de 2009.
En este cuarto proyecto que la une a su hermano ex DJ Sven Hansen Løve como coguionista y fuente de inspiración, nos propone seguir a un dúo de jóvenes amantes de las bandejas y los sets que inician su carrera con el nombre de Cheers. Estos buenos muchachos hacen a un lado sus estudios universitarios para meterse de lleno y explotar su talento en el ritmo de los clubes nocturnos de Francia y otras capitales del mundo. A ellos se suman un grupo de amigos, entre los que se destacan a unos promiscuos Daft Punk – aún la fama les era incipiente- que acompañan comparativamente el ascenso y la caída del cabecilla de los Cheers, DJ Paul, pionero en el estilo garage electrónico de la época.
Eden es el retrato de los duros inicios de una agrupación, sus momentos cumbres y su deterioro económico y humano, que involucra a fuentes directas e indirectas en ese frenesí de vida. Algo típico en el complejo mercado artístico donde se alcanza la satisfacción plena o una difícil lucha de “permanecer” a costa de sacrificios y varias pérdidas. A la vez, Løve expone la incapacidad de Paul para establecer relaciones ante una agenda apretada donde la fácil escapatoria a veces resultar ser el acceso a las drogas.
El film juega con lo autobiográfico al mostrarnos un retrato social del camino a la adultez y el reflejo de un movimiento musical histórico representado en la carrera de los grandiosos Daft Punk, hoy iconos globales. Eden nos termina introduciendo a una tribu urbana con códigos propios y rutinas particulares.
A Eden tampoco escapan temáticas que invitan a la doble lectura sobre la influencia capitalista que esconde la música y el arte en general para mostrar que siempre en la otra balanza lo que siempre más importa es la valoración de los afectos cercanos. En esta película también se destaca la impecable y acertada inclusión de una banda sonora que varía del french house al garage pasando por todo un abanico de buenas melodías electrónicas que en muchos momentos de la narración pasan a primer plano, acompañando principalmente los ambientes nocturnos y contrastando la resaca de las mañanas.
Eden resulta ser, en esencia, un excelente relato dedicado a los melómanos, críticos y aquel público que busca un film que escape a los lugares comunes de películas musicales y deje una moraleja de vida del paso a la adultez, los sueños sin alcanzar y el mundo de las responsabilidades.