Como ya lo dice el titulo, este documental tiene dos protagonistas: Eduardo Falú y Salta. Su música está tan influenciada por ese paisaje que lo vio crecer, que no se puede tratar de entender a uno, sin conocer al otro. Los directores colman la pantalla con la imagen de Falú (sus fotos de juventud, las entrevistas en la actualidad) y de los paisajes salteños por igual. En este rescate de la provincia norteña, siempre aparece Buenos Aires como la antítesis: la Capital, la ciudad, la inmensidad, frente a una Salta provincial, rural, pequeña.
La música de Falú tiene una gran impronta de lo popular, lo tradicional, pero supo incluir, pese a no haber tenido una formación académica, sonidos que se estaban estudiando en los conservatorios. Está, sin duda, la marca de autor del guitarrista salteño: fundir la tradición y la novedad, lo popular y lo académico, lo nacional y lo extranjero (ya sea latinoamericano, ya sea europeo). Nunca se había visto antes un artista sólo con su voz y con una guitarra, realizando figuras musicales tan complejas.
Falú como personaje del documental mira siempre al pasado, recuerda su juventud, su Salta… Los directores hacen el mismo movimiento al rescatarlo en el presente, ya casi olvidado por la escena nacional - no es un dato menor que el primer trabajo que tiene a Falú como protagonista sea este documental realizado por alemanes. Se lo construye de una manera similar al gran mito que es Carlos Gardel: orígenes humildes, dotado de un don prodigioso que lo hace crecer súbitamente y lo hace recorrer el mundo (Inglaterra, Londres, Alemania, Japón) para regresar a su Argentina natal.
Con una calidad de imagen y de sonido excelentes, este documental se convierte virtualmente en el único registro que nos queda para la posteridad de este gran músico argentino.