La dictadura sin rostro
Paz Encina, la realizadora paraguaya que sorprendiera con su ópera prima Hamaca paraguaya (2006) incursiona -tal vez como parte de una necesidad expiatoria de su propia historia- en el terreno del documental para apelar a los recursos cinematográficos más potentes, y así contar la historia de militancia, resistencia y derrota del médico y opositor al régimen dictatorial de Alfredo Stroessner, Agustín Goiburú, desaparecido desde 1977.
La palabra ejercicio impone al menos a la mirada una segunda lectura, que en cierta manera detiene el avance de la atrofia de la memoria cuando el olvido gana la pulseada. Pero también ese ejercicio viene revestido de una subjetividad porque quien ejercita es en definitiva un sujeto que recuerda y reconstruye ese pasado a partir de su propia experiencia.
Son las palabras de los hijos de Agustín Goiburú las que se superponen al juego de imágenes que la cámara capta desde su propuesta visual, todas ellas de lo que queda como huella o rastro de la ausencia. Para el pasado histórico y el contexto alcanzan algunos relatos de los propios hijos, cuya infancia de exilio, mudanzas forzadas y la paranoia de compartir junto a su padre la lucha silenciosa en la clandestinidad se magnifica al no aparecer el recurso remanido de las cabezas parlantes.
Paz Encina también interviene en el relato con su propia voz, con su cámara bucea los espacios y busca el detalle en los objetos inmóviles en contraste con el movimiento de las palabras, que fluyen desde el recuerdo y también en una idea de recreación que evoca aquella infancia en un derrotero que abraza tanto la libertad de esos niños que juegan como lo salvaje e incierto del paisaje que los envuelve.
La utilización de documentos, informes de inteligencia, fotos y archivos de la familia Goiburú lo instalan por ejemplo en Paraná, Entre Ríos como otra de las presas codiciadas por los militares entrenados en la disciplina del Plan Cóndor, aplicado a rajatabla en varios países y con el resultado nefasto ya conocido por todos.
Poco se sabe desde el cine de la dictadura de Stroessner que se extendió por tres décadas y media, poco se relaciona con acontecimientos similares en el resto de la región. Por eso este film ensayo que propone desde su poesía un acercamiento distinto al tópico de las dictaduras, las desapariciones y la militancia, resulta interesante y necesario.