El fútbol y después
El 5 de Talleres (2014) cuenta la historia del jugador del título que, ante su inminente retiro, comienza a replantearse su futuro. La película de Adrián Biniez (Gigante) se separa del lugar común de los conflictos existenciales -con epicentro en la clase media- y los traslada al mundo del fútbol barrial. Y lo hace mediante un entrañable personaje que no se expresa con palabras, sino a través de su físico.
El “Patón” Bonassiolle (Esteban Lamothe) es el temperamental número cinco y capitán del equipo de Talleres de Remedios de Escalada. Al ser suspendido por una violenta jugada queda marginado del campo de juego y comienza a replantearse su retiro a fin de campeonato.
Esteban Lamothe compone al futbolista y Julieta Zylberberg a su mujer que lo apoya y aconseja. La química que hay entre ellos (son pareja en la vida real), se vislumbra en pantalla, mostrando lo cotidiano de la relación, sus charlas, y juegos de seducción. La pareja protagónica recrea muy bien el vínculo: a Lamothe el papel de hombre tosco le cae como anillo al dedo, mientras que Julieta Zylberberg funciona como el complemento ideal para el futbolista. Hacia la mitad del film se abusa de este tipo de escenas descriptivas que no aportan demasiado a la narración, y tornan por momentos denso al relato.
El director retoma el conflicto interno de un personaje común como hiciese en su anterior film Gigante (2009): Un hombre cuya vida y trabajo están íntimamente ligados a su cuerpo y el uso del mismo en su trabajo. El universo futbolero es representado con chistes vulgares y personajes pasionales que enriquecen el relato, envolviendo la vida privada del patón, y trasladando los mismos códigos y patrones a su cotidianeidad.
El 5 de Talleres se centra en el personaje y su porvenir dejando la vida en las canchas en segundo plano. Sin embargo, aquellos momentos son representados genuinamente, con la idiosincrasia y el folclore justos, para retratar al patrón como un tipo DE (con mayúsculas) fútbol.