La vida fuera de la cancha
Tan calentón como rústico, tal como se suele decir en el lenguaje futbolero cuando un jugador suple su falta de virtuosismo con la pierna fuerte, El Patón Bonassiolle (Esteban Lamothe) tiene ocho fechas por delante por una expulsión y es en ese momento de inactividad que puede pensar y llegar a la conclusión de que se impone el retiro.
Con 35 años y una vida deportiva forjada en Remedios de Escalada, el capitán del equipo de la C debe entonces enfrentar su futuro, su falta de preparación y claro, lo que será la vida sin el vestuario, los sábados sin partido, el reconocimiento o las puteadas de la tribuna y del barrio. El fútbol.
Desde allí, acompañado por la fe y el amor sin dobleces de su esposa Ale (Julieta Zylberberg, pareja de Lamothe en la vida real), El Patón irá desandando los pasos hacia el momento de colgar los botines con dudas existenciales, que incluyen desde la necesidad de terminar la secundaria hasta la elección de una actividad comercial a una edad en que la vida adulta está encaminada.
Premio Mejor Director de Largometraje Argentino en la última edición del Festival de Mar del Plata, Adrián Biniez se aleja del registro cuasi contemplativo y de largos silencios de su anterior film Gigante y explora las posibilidades del costumbrismo, quitándole su carga negativa –desde ya no es la serie televisiva R.R.D.T. llevada al cine–, desarmando el género para mostrar una realidad sencilla. Así, se mete de lleno en el Conurbano pero sin la carga de sordidez habitual, sino desde la perspectiva de dos jóvenes que quieren salir adelante, con sus conflictos cotidianos que se superan sobre la marcha con amor y mucho humor en un gran trabajo de la pareja protagónica. El mundillo del fútbol del ascenso en toda su gloria de cabotaje en un registro cálido para personajes sin demasiada presencia en el cine argentino.
Biniez mira y cuenta, no subraya, muestra una linda historia de amor, la zozobra por el mañana y la pasión por el fútbol.
Se podría apostar que la mayoría de los espectadores va a querer que al Patón y a Ale les vaya bien, se lo merecen.