Con lo justo
El filme nos habilita la analogía futbolera. Así podemos decir que estamos ante un partido más, sin lujos en el planteo ni grandes figuras en la cancha, de esos en los que el equipo -humilde- con una táctica mínima logra un gol, uno solo, pero que alcanza para salvar los puntos, y no más.
El "patón" es el capitán de un equipo de la "C"; jugador rudo, de esos que meten pierna y no dudan en dejar al rival fuera del juego, así se juegue él mismo su permanencia en la cancha. Así es que por una jugada fuerte es suspendido por varias fechas, obligándolo así a replantearse no solo su presente en el club, también su futuro en la vida. Casado y sin hijos, ya en los treinta debe decidir qué camino seguir.
La pareja que forma con Ale no se caracteriza por ser nada especial, es una más en un barrio suburbano, sin grandes luces ni ambiciones en la vida, la mediocridad los abraza y se sienten bien así. Solo quieren hallar el negocio que les permita seguir subsistiendo.
Lamothe exhibe aquí su característica abulia gestual que le sienta bien a un personaje que tiene poco que exteriorizar y al que mucho le pasa por adentro.
Los diálogos no son brillantes ni nada parecido, y afortunadamente no se abusa de los pretenciosos silencios que abundan en nuestro cine. Los hay, pero lo justo.
Finalmente, es valorable el conjunto de personajes secundarios bien creíbles, que ayudan a dar forma final a un filme que no aspira a ser más de lo que es; un humilde cuentito sobre gente humilde que no aspira a demasiado en su vida.