Trampa y velocidad
Thriller con violencia, sexo y un elenco plagado de estrellas.
Un guepardo persiguiendo a una liebre. La sagacidad felina, la velocidad, el instinto. Un singular comienzo para El abogado del crimen, lo nuevo de Ridley Scott, quien prometía dejar al espectador bajo sus garras con una historia que conjuga sexo, tráfico (de todo tipo), violencia y mucha sangre entre las ciudades limítrofes de El Paso (Texas, Estados Unidos) y Ciudad Juárez (México).
Si a esto se le suma un envidiable quinteto actoral (Michael Fassbender/Penélope Cruz/Camerón Díaz/Brad Pitt/Javier Bardem), el éxito parece asegurado. Pero no.
El realizador de Gladiador, Alien: El octavo pasajero, Hannibal, entre otras joyas del séptimo arte, se confió en El abogado del crimen con una historia simple de mejicaneadas varias, diamantes, drogas, cadáveres y un ¿forzado? giro hacia los consumidores de películas snuff , supuestas grabaciones, sin efectos especiales de por medio, de asesinatos, violaciones, torturas y otros crímenes.
Scott y el célebre escritor Cormac McCarthy (en su debut como guionista) pusieron todas las fichas en los atributos de la dupla femenina de Vanilla Sky, a quienes parece no afectarles el paso de los años sobre sus cuerpos.
Cameron es Malkina, quien conjuga velocidad, sensualidad y aura de muerte: el núcleo del filme. Los tatuajes leopardinos de su espalda aúnan su espíritu depredador. Ella no duda, actúa, y no vacilará en enviar a cortar cabezas (literalmente, si no vean la escena de la ruta) a quien se le interponga en sus maquiavélicos planes.
Penélope es Laura, la enamorada esposa de El abogado (Fassbender) del que jamás sabremos su nombre: dato no menor. El se deja llevar por la tentación por más que su vida sea plena junto a su mujer. La vida les sonríe a ambos, pero el dinero (fácil) siempre tira más.
El abogado del crimen tiene cierto espíritu retro, con una estética ‘50-’60, muebles art deco y personajes antagónicos como Reiner (Javier Bardem), el ostentoso amante de Malkina, quien maneja los hilos de un misterioso botín. Su antítesis es Westray (Brad Pitt), un intermediario con cierto toque bohemio, desprejuiciado y quien piensa que el riesgo ni siquiera lo rozará. Atrapa desde lo simple y así seduce a El Abogado para atravesar un sinfín de traiciones y esquivar balas. “El problema no es caer, sino lo que arrastrás contigo”, le dice Pitt a Fassbender. ¿Un presagio sobre esta obra de Scott con su troupe estelar? Quizás.