Culpable de superficialidad
El abogado Richard Ramsey (Keanu Reeves) afronta un caso complejo y difícil de remontar: es el defensor de un joven de 17 años que es el principal sospechoso por el asesinato de su padre millonario. Junto a la ayuda de la joven abogada Janelle, Ramsey entra en este dilema.
El abogado del mal cae en su propia ingenuidad, con personajes cliché y una historia monótona y predecible. A pesar de algún giro en la trama que cambia la perspectiva de lo que ocurre en pantalla, resulta un argumento vago y simple para desglosar un drama judicial tan común y corriente como aquellos que vemos en los canales noticiosos del cable.
La sala del juicio es el escenario principal donde se lleva a cabo la historia, mientras los protagonistas mienten, manipulan y adaptan la verdad a beneficio de cada uno, todo esto siguiendo el procedimiento tradicional de un juicio, carente de grandes discursos o diálogos.
Nicholas Kazan, quien décadas atrás fuera el guionista en Matilda (1996), encaminó una historia olvidable sin personajes que despierten empatía en el espectador, ni logren un interés por acercarse a sus pensamientos, miedos y dudas. La esposa del difundo, y madre del supuesto asesino (Renée Zellweger), limita su actuación al perfil de mujer denigrada y poco contribuye a la trama, a pesar de ser el foco por el cual empieza a cambiar la perspectiva de la historia.
El punto de quiebre es la falta de suspenso. En ningún momento logra despertar la curiosidad de saber cómo se resolverá el caso, al ser muy evidente la dirección en la cual apuntan los cañones. Resultó llamativa una película con tan poco vuelo narrativo y argumental, ya que la directora Courtney Hunt fue la autora de Frozer River (2008), película nominada como Mejor Guion Original en 2009.
Encabezada por Keanu Reeves y Renée Zellweger la película prometía algo más de lo insulsa y carente de ideas que fue, sin ningún punto a favor para rescatar, ni siquiera en las actuaciones regulares de los protagonistas. Finalmente, El abogado del mal es un producto vacío, chato, superficial y poco entretenido en los 93 minutos que tiene de duración.