Caliente como en la Guerra Fría
El director de “Sherlock Holmes” mantuvo la época de la serie de TV original, y construyó una precuela.
Con las traslaciones de las series de televisión de los años ‘60 o ’70 al cine, Hollywood hace, más o menos y como siempre, lo que quiere.
Puede cambiar y anexarle personajes a lo largo de la saga (si la primera película anda bien en la taquilla, como es el caso de Misión: Imposible), puede seguirla más o menos al pie de la letra (lo que no le garantiza el éxito: recordar qué paso con Los vengadores, con Ralph Fiennes y Uma Thurman; El Super agente 86, con Steve Carell y Anne Hathaway; o Starsky y Hutch, con una pareja como la de Ben Stiller y Owen Wilson) e igualmente naufragar.
Todo este preámbulo sirve para situar a El agente de CIPOL, que Guy Ritchie dirigió con dos estrellas en ascenso (Henry Cavill como el estadounidense Napoleón Solo) y Armie Hammer (El Llanero solitario) como el soviético Illya Kuryakin), y que decidió mantener en su tiempo original, la Guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Como es una película presentación -e igual, que los ejemplos mencionados, si la primera funciona, habrá más- hay que introducir y explicar a los personajes. Entonces casi, casi que parece una precuela: cómo se conocieron estos agentes, las mañas de cada uno (ladrón el yanqui, psicópata el ruso) y la primera misión en común que tienen cuando ni siquiera existía la agencia ni la sigla CIPOL.
Como en las dos Sherlock Holmes que dirigió, el realizador de Snatch, cerdos y diamantes vuelve a acelerar la imagen, inclusive aquí a partirla en cuatro o cinco pantallas a la vez. Allí sí rompe con el status de los años ’60, que tan al pie de la letra había seguido, incluyendo en la banda de sonido clásicos de la época en que trascurre la historia.
Hay unos malos muy malos (italianos) que están fabricando una bomba nuclear, y estarían trabajando con un científico alemán que desapareció en los tiempos de Hitler. Porque los malos muy malos deben ser italianos descendientes de la línea de pensamiento de Mussolini. Así, la hija alemana (la sueca Alicia Vikander) es “sacada” de la Berlín Oriental por Solo. Los jefes de él y de Kuryakin imparten por separado las mismas órdenes: hay que parar la bomba, pero conseguir la fórmula. Y si hace falta eliminar al nuevo compañero, hacerlo.
Ritchie sabe cómo ponerle vértigo a las escenas, aunque filme a la vieja usanza y nada parezca anacrónico. Hay cierto sadismo y escenas increíbles (escapes que sólo pueden ocurrir en una pantalla de cine). Pensando que Tom Cruise pudo hacer el rol de Napoleón Solo -después de que George Clooney y Steven Soderbergh se bajaron del proyecto como protagonista y director-, en fin, que El agente de CIPOL sin ser ninguna maravilla, entretiene siempre.