Llevar a la ficción un hecho real, y aun más, de esta magnitud, no es sinónimo de buen cine “Hice un trabajo muy minucioso de investigación entre archivos periodísticos, televisivos, internet, todo el sustento narrativo esta documentado”, señala Javier Torre.
Esta realización se inspira en un hecho real. “El Almuerzo” trata de reflejar la “invitación” del titular del ejecutivo nacional durante el periodo de la dictadura (1976-1983) Jorge Rafael Videla (Alejandro Awada) a Jorge Luís Borges (Jean Pierre Noher), Ernesto Sabato (Lorenzo Quinteros), Horacio Esteban Ratti, presidente de la SADE (Roberto Carnaghi) y el sacerdote Leonardo Castellani (Pompeyo Audivert), con la presencia del general Antonio Villareal (Antonio Bonin), secretario general de la presidencia.
La historia refiere dos historias paralelas (a su regreso del cine averigüe que película fueron a ver). Una se inicia con la entrada violenta de un grupo comando en casa del escritor Haroldo Conti (Jorge Gerschman), acompañado de su esposa Marta Scavac (Mausi Martínez), quien después de ser golpeado salvajemente es llevado a prisión ante la desesperación de su mujer que oye llorar a su hijo y no comprende nada de lo que esta pasando con ese grupo, encabezado por el personaje cubierto por Sergio Surraco, la que posteriormente logrará el exilio junto a su hijo con la ayuda de algunos amigos diplomáticos. La otra es El almuerzo que tuvo lugar el 19 de mayo de 1976. Los invitados, sus preparativos para ir a la casa de gobierno, y finalmente el almuerzo en sí, con un menú bastante simple, y el pollo como plato principal.
Javier Torre trata de mostrarnos a los invitados con sus actitudes y planteamientos (si es que los hay), aprovechando a un grupo interesante de actores con Jean Pierre Noher dando vida a un Borges (papel que había animado en el 2000 en “Un amor de Borges”, del mismo director), quien deja la sensación de infantilismo más que las cosas habituales en el poeta como sarcasmo, ironía, juego de palabras, etc, particularidades a las que nos tenia acostumbrados. Eso si, logra acercarse al personaje con su ceguera, su afectado modo de hablar y su desprecio para el resto de los comensales, algo totalmente borgiano, el actor cumple con lo pedido por el realizador y resulta parodiándose a si mismo.
Lorenzo Quinteros como Ernesto Sábato logra recrear los gestos, su cadencia de voz, y se luce en la escena de amedrentamiento sufrida (en el bar) por un matón. Roberto Carnaghi personificando a Horacio Ratti, presidente de la SADE, consigue presentar a alguien que trata de acomodarse a las circunstancias por lo que consigue réditos positivos, un personaje que muy pocos recordaran en el día de hoy. Por su parte Pompeyo Audivert brinda un buen trabajo en su rol del padre Castellani, logrando transmitir emoción, duda, y capacidad para enfrentar la difícil tarea de interceder por Haroldo Conti, y de otros escritores desaparecidos, respecto de lo que Videla había dicho: “subversivo no sólo es el que tiene un arma, también lo son los que escriben en contra o no acorde con el pensamiento (¿?) del régimen militar”. La interpretación de Alejandro Awada en verdad no pone de relieve nada del dictador, y cuando parece escuchar a sus invitados da la sensación de estar en otro escenario. Más lograda es la presencia de Arturo Bonin (General Villareal)quien deplora la reunión y al grupo de invitados, y quiere terminarla rápidamente.
Mención especial gana Mausi Martínez en su breve, interesante y dramático rol de Marta Scavac, logrando, literalmente, “robarse la película” transmitiendo intensidad dramática en toda su participación.
En resumidas cuentas la realización de Javier Torre no logra pasar más allá de un producto convencional, sin meritos técnicos, la dirección de actores no es muy precisa pues los protagonistas son individualidades que no interactúan, no vemos evolución y menos aún progreso en la narrativa, con una simpleza en cuanto a recursos para un tratamiento cinematográfico que hace prevalecer las palabras a las imágenes, error garrafal en cine
La música estridente en las escenas iniciales, cual película de terror, y luego adecuada pues no la notamos para nada.
Diremos que fue un almuerzo más que no logro cambiar en nada el régimen que ensangrentó y dividió al país desde 1976 hasta 1983, reunión que sólo buscaba blanquear el accionar de la dictadura frente a la opinión publica extranjera.
La apertura fue con palabras del director, y vale hacerlo lo propio en el cierre: “Una de las cosas que nunca quise es ser un dedo que señala. No quiero juzgar a los personajes. Intenté tener una mirada calida y respetuosa”.Esto si queda claro, la próxima película será “El compromiso”.