Almorzando con el enemigo
Desde las primeras escenas, la ambientación de la película nos sumerge en el clima de la época. Mientras suena un tango en la calle, un grupo de tareas secuestra al escritor Haroldo Conti y destruye su casa. Es el 5 de mayo de 1976, en Argentina la dictadura genocida persigue, mata, secuestra y tortura día a día. Los militares patrullan las calles con y sin uniforme, se han instalado centros clandestinos de detención, hay represión cotidiana y censura.
El 19 de mayo, Haroldo Conti ya está hace 14 días desparecido, y el general Videla invita a un almuerzo a distintas personalidades del mundo literario. Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Horacio Ratti (SADE), el Padre Castellani, son los elegidos para el encuentro, y especialmente para la foto, un documento que deje constancia que a los responsables del terror les interesa la Cultura, y por otro lado, mostrar que para un sector de la intelectualidad nacional, la Junta Militar está compuesta por gente respetable.
La película recorre desde los preparativos, el evento al interior de la Casa Rosada y las repercusiones posteriores. La acción se alterna en un montaje paralelo con la situación de Conti, desde su secuestro, hasta sus días en el centro clandestino, como también se siguen los pasos de su compañera, Marta Scavac, y su bebé, refugiados en la embajada de Cuba.
El elenco está conformado por destacados actores. Entre los invitados, Jean Pierre Noher como Borges, Lorenzo Quinteros es quien interpreta a Sábato, Roberto Carnaghi es Horacio Ratti, el directivo de la SADE, y Pompeyo Audivert el padre Leonardo Castellani. En el otro lado Alejandro Awada, personifica al asesino Videla y Arturo Bonín es uno de sus colaboradores.
El director Javier Torre, explica que se detuvo mucho en el trabajo de investigación apelando a archivos periodísticos, televisivos e Internet. Más allá del menú que comenzó con whisky, jerez y jugo de frutas para seguir con "budín de verduras con salsa blanca, ravioles y ensalada de frutas con crema o dulce de leche, con vino tinto Bianchi 1887 y San Felipe blanco", todo difundido en la prensa de la época, es difícil reconstruir lo que sucedió fehacientemente puertas adentro de la Casa Rosada.
Según algunos testimonios el presidente de la Sade habría planteado el tema de los escritores desaparecidos, en la película se recrea este momento cuando Ratti transmite, tímidamente y entre otros temas, su preocupación por Miguel Angel Bustos, Roberto Santoro y más de quince escritores, por su parte el padre Castellani habría pedido a Videla por Haroldo Conti, solo y al final del almuerzo.
Lo cierto es que no hay un registro al interior de este almuerzo, pero sí se registraron las opiniones posteriores. Una de las fuentes que documenta este hecho es una entrevista al padre Castellani aparecida en la revista Crisis, que intentó conversar con los protagonistas, y un mes más tarde del almuerzo publicó la nota. Otra fuente habitualmente citada es la investigación del tomo III del libro La Voluntad, de Anguita y Caparrós en donde se detallan algunas anécdotas y se citan textuales las declaraciones a la prensa de los protagonistas. Si bien en la película se rescatan sólo algunos fragmentos, un recorrido más completo por éstas y otras declaraciones, nos da cuenta de la actitud funcional y servil de un sector de la intelectualidad nacional.
La investigación de Anguita y Caparrós rescata algunos momentos:
"Le agradecí personalmente el golpe del 24 de marzo, que salvó al país de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado las responsabilidades del gobierno. Yo nunca he sabido gobernar mi vida, menos podría gobernar un país", dijo Jorge Luis Borges, y los periodistas de Casa de Gobierno se sonrieron: ya tenían un titulo para sus notas...
"Es imposible sintetizar una conversación de dos horas en pocas palabras, pero puedo decir que con el presidente de la Nación hablamos de la cultura en general, de temas espirituales, culturales, históricos y vinculados con los medios masivos de comunicación. Hubo un altísimo grado de comprensión y de respeto mutuo...". Dijo, a la salida y a la prensa, Ernesto Sábato.
Después le preguntaron su opinión sobre Videla: "El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente". Dijo Ernesto Sábato, y los periodistas volvieron a sonreír: ya tenían un cierre.
Ya en 1978, Sábato explicaría su posición en un artículo de la revista alemana Geo: "La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos...Sin duda alguna, en los últimos meses, muchas cosas han mejorado en nuestro país: las bandas terroristas han sido puestas en gran parte bajo control".
A estas palabras de Ernesto Sábato pueden sumarse otras, publicadas en una valiosa investigación de la revista Sudestada. Allí se da cuenta que ya desde varios años antes el escritor tenía como costumbre elogiar los golpes militares. "Creo que es el fin de una era. Llegó el momento de barrer con prejuicios y valores apócrifos que no responden más a la realidad. Debemos tener el coraje para comprender (y decir) que han acabado, que habían acabado instituciones en las que nadie creía seriamente. ¿Vos creés en la Cámara de Diputados? ¿Conocés mucha gente que crea en esa clase de farsas? Por eso la gente común de la calle ha sentido un profundo sentimiento de liberación...Ojalá la serenidad, la discreción, la fuerza sin alarde, la firmeza sin prepotencia que ha manifestado Onganía en sus primeros actos sea lo que prevalezca, y que podamos, al fin, levantar una gran nación", Sábato en entrevista de de revista Gente 1966.
Años más tarde, y luego de festejar el mundial 78, tendrá la capacidad de acomodarse a los nuevos tiempos, y cambiando radicalmente su repertorio comenzará a cuestionar a la dictadura. Su "actuación" es exitosa y se integra a la CONADEP, será también el responsable del prólogo al informe sobre la desaparición de personas, el "Nunca Más". Allí escribió “la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda”, y con estas palabras se difundía masivamente la nefasta "Teoría de los dos demonios".
Por eso si completamos la historia de Sábato con su derrotero anterior y posterior, el personaje de la película tiene una caracterización algo benévola. Pero más allá de los matices, El Almuerzo, expone ante el público un hecho que merece ser debatido y cuestionado. Develar el conjunto de las complicidades civiles con el golpe militar sigue siendo una tarea pendiente.