Un dolor de estómago crónico lleva a Chloe (Marine Vacth), la protagonista de esta inquietante película, a consultar a un psiquiatra (Jeremie Renier). Se enamora de él y como por arte de magia desaparecen los síntomas. Pero un día se cruza casualmente con su hermano gemelo, un doble diabólico y perverso de su flamante pareja, y las cosas empiezan a complicarse.
Nada es lo que parece en esta historia deliberadamente ambigua en la que François Ozon cita, tácita o explícitamente, a Brian De Palma, David Cronenberg, David Lynch, Paul Verhoeven y Luis Buñuel. Dueño de una filmografía tan heterogénea como irregular, el cineasta francés toma como base un relato de Joyce Carol Oates que apela al juego de espejos interior, la difuminación de los límites entre el sueño y la razón y a la colisión entre lo que vemos y lo que creemos (y queremos) ver.
El resultado del experimento es tan elusivo como desconcertante, lo que no es necesariamente una debilidad. Ozon ya había trabajado el tema del doble en otros films - La piscina, En la casa-, pero ahora consigue fortalecerlo con una majestuosa labor de puesta en escena, animándose como nunca a la perturbación y el exceso. Y "traicionando" al texto original para bucear en las opresiones del machismo y en la aguda tensión entre la represión y el deseo.