Un film especial donde el director Francois Ozon, autor del guión con Phillipe Piazzo sobre una novela de Joyce Carol Oates se maneja libremente en incontables juegos de dobles y espejos, escaleras caracol en constante ascenso, para internarse en una supuesta mente perturbada que mezcla culpa y placer e intenta conocerse a si misma. Ya desde el vamos el director simboliza sus intenciones desde una vagina en primer plano que se transforma en un ojo. Curiosidad y erotismo, para una mujer bellísima que sufre de dolores que investiga con médicos, que no encuentran razones físicas. Por eso aterriza en el consultorio de un psiquiatra que termina seducido por ella, renuncia a tratarla e ingresa a su vida como su pareja. Un breve interregno de placidez en su vida, goce sexual sin síntomas físicos hasta que descubre a un doble de su marido, también psiquiatra que, prepotente y seductor, inicia con ella una terapia sexual mientras confiesa secretos. ¿Las dos caras de una misma persona? Todo es posible. Pero la cosa no termina ahí y con indicios, misterios, toques de Hitchcock, de Cronenberg, se interna en un último juego enrevesado y loco, que sorprende al espectador pero que siempre entretiene y perturba, con grandes actuaciones de Marine Vacth, Jeremie Renier y Jacqueline Bisset. Con tomas y encuadres barrocos, originales, con toques de humor y mucha truculencia, con tonos irónicos y policiales. Un juego de un hombre talentoso que se asoma a zonas oscuras, sexuales, con pulsiones de placer y autodestrucción. Un film intenso, sorprendente, para dejarse llevar por las riendas de un director que se atreve a todo.