Con ese perfil andrógino y esa rara intensidad que prodiga, Tilda Swinton es muy capaz de ponerse al hombro una historia con abundantes conflictos y pretensiones enormes. Queda a la vista que el siciliano Luca Guadagnino admira y tiene bien asimilado el cine de Luchino Visconti. La crisis sobreviene cuando en el seno de un clan empresario italiano, su principal cabeza está a punto de dejar el negocio a sus herederos. La guerra por la sucesión se anuncia como brava. Swinton es aquí Emma, una rusa, casada con el hijo del patriarca. Antonio, un joven chef, amigo de su hijo, comienza a tener un protagonismo que inquieta al clan familiar. Para rematarla, Emma descubre que su hija es lesbiana. Todo la impulsa a patear el tablero y romper códigos. El entorno se le vuelve irrespirable. El film se alzó con un Oscar al mejor vestuario. La Swinton salva cualquier escollo. Como intérprete, arrasa con lo que venga.