Un amor a través del tiempo
En esta película, la directora argentina de ascendencia alemana Jeanine Meerapfel revisa el pasado del país de sus ancestros, el de la Argentina, y los momentos de historia en común. La narración comienza poco antes del golpe de Estado de la denominada “Revolución Libertadora”, que derrocó e hizo exiliarse a Perón en 1955. Atraviesa la década del sesenta, mostrando los ideales de la generación que protagonizó las marchas de universitarios en Europa, luego se adentra en la década del setenta, y una nueva dictadura en Argentina, y culmina a principios de los ochenta, con la llegada de la democracia.
Treinta años en la vida de estos países, Argentina y Alemania, reflejados en la vida de los protagonistas: Sulamit (Celeste Cid), y Friedrich, o Federico (Max Riemelt), y las idas y venidas de su relación. Ella es descendiente de judíos alemanes, y él, un chico cuyo padre oculta un pasado nazi. Su amistad comenzó en la infancia, y, como opuestos que se atraen a pesar de cualquier obstáculo, su amor se mantuvo a través de los años. Sulamit seguirá a Friedrich en su búsqueda de alguna causa por la que luchar, que en realidad esconde la búsqueda de una suerte de redención por los crímenes de su padre.
El guión, entonces, plantea un recorrido interesante a nivel histórico, intentando reflexiones sobre cada uno de estos períodos históricos. Justamente por eso, se puede reclamar que intenta abarcar mucho, y no hay un detenimiento profundo en ninguno.
Las actuaciones, tanto de los actores argentinos como los alemanes, en general son correctas, y se destaca la de Benjamin Sadler, que interpreta a Michael, el profesor que se enamora de Sulamit.
Es notable el trabajo de reconstrucción histórica, ya que se muestran tres décadas, y en todas han sido muy cuidados los aspectos de ambientación. El gran defecto de la película, que se comprende sea difícil de resolver, es el doblaje de los actores. Se destaca el esfuerzo de Celeste Cid, que habla castellano y alemán, pero los demás actores están doblados, a uno u otro idioma. Esto provoca una notoria rigidez donde los diálogos deberían ser fluidos, y genera una suerte de desconexión del espectador con respecto a la historia.