La chica de la bicicleta
Está inusual y tierna historia de amor comienza con una escena donde una mujer -mitad niña algo torpe- tiene sexo con un joven oriental en la calle, a cambio de un muñeco llamado Action Man, para llevarle de regalo a su hijo.
Alix Delaporte ha querido contar una historia de amor en el contexto de su niñez, en Normandía, país de origen de su madre y su abuela. Más precisamente en Port-en Bessin, donde trascurre el film.
En realidad la traducción española El amor de Tony no ha sido muy acertada. En principio porque la protagonista principal es sin duda Angèle y porque desde su comienzo el gran amor de Angèle es su hijo Yohan, a quien quiere recuperar contra viento y marea, aunque esto le implique robar, prostituirse o pactar un matrimonio por conveniencia.
¿Cuáles han sido las estrategias de su directora y guionista?
Una excelente elección de actores, muy pocas palabras y el impacto de las emociones reflejado en la gestualidad de sus personajes como motor de la narración.
Angèle viene de estar 2 años en la cárcel, con un marido muerto en circunstancias dudosas -que jamás darán a conocerse- y que intenta como puede hacerse de un lugar en el mundo para estar al lado de lo que más ama.
Tony es un buen hombre que acaba de perder a su padre hace 6 meses en el fondo del mar. Ella lo impacta desde el primer momento en que la ve, pero sabe que una relación que se circunscriba a lo sexual no lo conformaría, no es eso lo que busca. Y lógicamente como en toda historia de amor, él logra ver espejo mediante que hay mucho más detrás de la rusticidad de esa hermosa apariencia.
El fantasma de la pérdida está presente en la vida de todos los personajes. Y cuando ésta es el resultado de una muerte imprevista e inesperada se produce una fase donde las personas están como congeladas por dentro, y la angustia, el dolor y la soledad se apoderan de ellos.
Un film conmovedor, sin pretensiones, con una fotografía impecable de Claire Matton. Una cámara que con mínimos recursos logra dar cuenta de todos los climas y de todos los sentimientos que de ellos se desprenden.
Los largos trayectos de Angèle en bicicleta ofician de secuencias narrativas a modo de paneos, que nos hablan de su lucha interior y de los climas que la atraviesan que van desde el miedo, pasando por el dolor, la desilusión, la esperanza, para arribar a una alegría contenida, posiblemente jamás sentida. Eso no lo sabremos, ni interesa.
Lo que si sabemos es el esfuerzo entre épico y poético, que representa su pedaleo.
Una pequeña obra maestra construida en base a sutilezas, que trabaja con la dureza de la realidad, pero que abre más que una puerta a la esperanza de poder rearmar la vida desde el descubrimiento del amor.
Un film muy francés, emparentado posiblemente con la estética de los hermanos Dardenne, que va a contribuir sin duda a enriquecer el veranito de Buenos Aires.
Publicado en Leedor el 23-01-2012