La mujer de mi vida
Frédéric Beigbeder es una estrella mediática en la sociedad francesa: crítico literario, exitoso escritor, animador de TV, editor periodístico y, ahora, también director a partir de una película basada en su propia novela autobiográfica El amor dura tres años.
En los títulos de apertura hay una suerte de videoclip con estética publicitaria que resume el enamoramiento, esplendor, decadencia y fin de una pareja durante los tres años a los que alude el título.
Luego del divorcio, Marc Marronnier (Gaspard Proust), alter-ego de Beigbeder, se convierte en un alma en pena, un loser depresivo y decadente. En medio de la crisis de angustia y soledad escribe con seudónimo un libro (sí, con el mismo título de la película) que se convertirá en best-seller y ganador de un prestigioso premio literario.
Justo cuando parece encontrar al amor de su vida (la hermosa Louise Bourgoin, vista en Un suceso feliz) y todo marcha viento en popa, se hace público que él es el autor del popular libro en cuestión. Alice, claro, se siente traicionada (sobre todo porque se trata de un ensayo bastante misógino para una joven de mirada feminista) y ella lo abandona.
El film arranca como una (tragi)comedia un poco obvia y superficial, de esas que parecen adscribir a todo tipo de fórmulas recicladas del cine norteamericano, pero poco a poco se va tornando cada vez más simpática e irresistible porque los personajes están bien, los intérpretes son graciosos, los conflictos sobre las relaciones de pareja (que van de lo edulcorado a lo amargo) resultan creíbles, la narración es fluida y la mirada a la sociedad francesa no es condescendiente. Si a eso se le suma la incidencia en la trama de la música del gran Michel Legrand (con aparición personal incluida), El amor dura tres años surge como una más que atractiva propuesta.