He aquí una comedia romántica. Pero atención, su propio autor y director la presenta como una comedia romántica… para hombres. Bastante misógina, bien pesimista, poco romántica, El amor dura tres años (y después todo es cuesta abajo, debería agregarse) probablemente no sea del gusto de las más tradicionales habitués del género. Por cuestiones obvias, tampoco muchos hombres concurrirán al cine a verla. Entonces: ¿quiénes serán los espectadores de este curioso film? Seamos sinceros: al menos aquí, en la lejana Argentina, serán pocos. Pero eso no quita la reflexión a la hora de escribir una valoración: se trata de una película original, bien hecha, entretenida, con un tipo de humor cínico y por momentos absurdo utilizado de un modo interesante. Resumiendo: El amor dura tres años es una buena película.
El film comienza con una presentación a toda pompa. Mientras se dan los títulos habrá que estar atento: una pareja se conoce, se enamora, se acuesta, se casa, se hastía, se divorcia. Entonces el crítico literario de poca monta Marc Marronier (Gaspard Proust) aparece deprimido, sin consuelo en los excesos, con ganas de matarse pero ni eso puede, el muy inútil. Hasta que conozca a otra mujer, claro. La despampanante Alice (Louise Bourgoin, de Un suceso felíz), que parece venida a la tierra a pedido del pobre de Marc, anda con pocas vueltas, es menos histérica que el común de las mujeres y, lo mejor de todo, es supersexual.
La película tendrá las vueltas suficientes para seguir la estructura de la comedia romántica tradicional (pareja se conoce- se pelea antes del final- desenlance), pero convengamos que un film que maltrata bastante a las mujeres, que define al sexo como algo más visual que táctil, que no fuerza el final feliz, ¡que no persigue el matrimonio sino que lo defenestra!, no es un film convencional para las más románticas.
La comedia tiene algo del espíritu del cine del querido Sebas De Caro. Un personaje loser, lejos del galán hollywoodense, anda a los golpes por la vida amorosa. Escrita y rodada por un mediático francés, Frédéric Beigbeder, escritor, animador, periodista, director, algo así como una suerte de Jaime Bayly franchute, la película tiene una agilidad notable y no es ni por asomo el film galo atado a los tiempos más aburridos que a tantos espanta. Para divertirse con un film que jamás será popular pero, quién te dice, en el futuro pueda servirte en la ocasión menos pensada con la señorita de turno: “Hace mucho vi una peli francesa desconocida que estaba buena y era como contraromántica”, “¡Sabés que yo también la vi! El amor dura tres años ¿no?”. Y ahí… ¡zakate!.