El Amor Menos Pensado: las vueltas que da la vida.
La nueva película de Ricardo Darín y Mercedes Morán nos invita a compartir este momento tan particular de las relaciones de pareja.
El matrimonio, ese mítico contrato social que nos une a otra persona por el resto de nuestra vida. En teoría, entramos a él felices y enamorados. ¿Estar juntos por costumbre y cariño o buscar el enamoramiento otra vez? ¿Tedio o cariño?
En El Amor Menos Pensado tenemos a Marcos (Ricardo Darín) y Ana (Mercedes Morán), cuyo hijo Luciano (Andrés Gil) acaba de irse a vivir y estudiar a España y los ha dejado solos por primera vez en 20 años. La trama se desarrolla a través de una pregunta que se hacen ambos: ¿seguís enamorado/a de mí? Cuando la respuesta es no, las cosas cambian. Después de todo, todavía están a tiempo de enamorarse otra vez, ¿no?
El punto es que ellos en ningún momento se pelean. El típico divorcio lleno de veneno por dicha o cual razón acá no existe. Simplemente la aceptación de que el enamoramiento pasó y quizá deban buscarlo en otro lado. Estuvieron 25 años juntos pero el tedio hace mella en su relación y se separan.
La trama parte de la crisis que surge del nido vacío. Comienza con Ana preguntándose ¿y ahora qué? ¿Cuál es el siguiente gran momento de nuestras vidas? Es irónico de a momentos porque, cuando los vas comparando con toda la gente a su alrededor, son los más centrados y estables. Pero quizá ese es el problema: el tedio, la rutina. Así que, en un momento de honestidad, ponen las cartas y la mesa y tomas una decisión: separarse.
Eso es lo que vemos: como llegan a esa es punto, cómo los afecta y qué decisiones van guiando su accionar. Es interesante y te genera una sensación de empatía, porque entendés la motivación detrás de cada acción. Y la narración se completa con los amigos, que tienen sus mambos y los vas viviendo desde el punto de vista de un amigo.
El mejor amigo de él, interpretado por Luis Rubio, engaña a la esposa hace años y el personaje de Darín no entiende porqué simplemente no cortar con una y estar con la otra. Por este lado, se nos presenta un personaje que quiere las dos caras de la moneda, según sus propias palabras: la constancia que tiene con Lili (Claudia Fontán) y la relación netamente carnal que tiene con Anabela (la amante que nunca vemos). Eventualmente, todo explota y los que recogen los pedazos son Marcos y Ana.
Lili, interpretada por Claudia Fontán, es la amiga indiscutible de Ana, que la escucha, la alienta e, incluso, no la entiende a veces. Y en el momento de su propia separación, es tan cruda como real.
El elenco, cada uno en su punto de vista (que a vecen se sienten un poco extra pero sin ser demasiado), logran complementarse en la narración. Ninguna historia se siente forzada o demás. Cada pedacito que vamos viendo ayuda a ir armando el panorama completo y, cuando llegamos al final, se siente como lo correcto. Juan Minujín como el seductor pretencioso está impecable: es arrogante, señorial y exhibicionista, una combinación bastante particular pero hilarante. Algo similar ocurre con el papel de Andrea Politti, la primera cita por Tinder de Marcos, que es altamente sexual y confiada, además de un toque rara, y que genera una situación emocionante que termina antes de empezar con más de una carcajada.
Pero el centro, que nunca se pierde son ellos: ellos y su relación, ellos y su separación, ellos y su hijo, ello y sus nuevas parejas, ellos y sus revelaciones de sí mismos. Darín y Morán le dan forma a esta película y lo hacen con el estilo y el talento que los destaca. Llevan el film a cuestas, ya que sus personajes son los que hilan la historia y no fallan.