La película de Juan Vera, El amor menos pensado, aborda temas y preguntas referidas a la relación de pareja, la convivencia, el nido vacío, la falta de deseo, la separación y las conquistas amorosas con una dupla que se saca chispas en los roles protagónicos: Ricardo Darín yMercedes Morán.
Marcos y Ana llevan veinticinco años de matrimonio y cuando su hijo Luciano decide irse a estudiar a España, se genera un vacío que los lleva a separarse y reformular el destino de sus vidas. El comienzo del relato está a cargo de Marcos en la Biblioteca Nacional, mirando al publico y contando su historia. La trama irá luego abriendo un abanico de caminos entre empanadas tucumanas, referencias al clásico de la literatura, Moby Dick y salidas nocturnas para comenzar su peregrinaje de solteros.
El filme acierta en los diálogos que profundizan en tópicos cotidianos pero alejan a los personajes cuando se vuelven solemnes y varias subtramas se prolongan y se extienden demasiado. Sin embargo, el magnetismo del elenco logra emocionar en su montaña rusa de situaciones.
Los amigos de la pareja en cuestión también atraviesan su propia tormenta -se destacan Luis Rubio y Claudia Fontán- en un periplo romántico que incluye una cita de Marcos con una psicóloga -Andrea Politti, en una escena desopilante en un bar- y luego una relación con una mujer independiente -Andrea Pietra-. Por su parte, Ana no se queda atrás y conoce a un excéntrico vendedor de perfumes -Juan Minujín-, a un ex compañero -Gabriel Corrado- y a un pintor -Jean Pierre Noher-, con quien planifica una convivencia. Párrafo aparte para Norman Briski y Claudia Lapacó, está última redescubriendo el amor en la tercera edad.
Personajes sumergidos en una suerte de stand by emocional atraviesan esta comedia romántica que no escapa a los códigos del género ni a su estructura teatral en la que lo discursivo ocupa un lugar preponderante. "¿Me querés?" "¿Me amás?", "¿Y ahora que vamos a hacer?" son preguntas incómodas que se deslizan en la vida de los mortales.