El amor se hace

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

FESTEJANDO AL KIKI

¿Cuál sería la fantasía sexual más descabellada, el fetiche más insólito o la obsesión más extraña de todas? Cualquiera de estas preguntas bien podría funcionar como disparador de la última película de Paco León pero limitarse a contestarlas sería restringir su campo de acción. Porque la premisa de El amor se hace (o Kiki, el amor se hace en su versión original) no es otra que la liberación y vivencia del goce, en todas sus expresiones.

Un disfrute que viene dado no sólo por la experimentación, sino también por el reconocimiento de cada parafilia, la capacidad individual para llevarlo a cabo y cierta necesidad de ponerlo en común con otro.

De esta forma, el filme basado en la australiana The Little Death gira alrededor de cinco historias desarrollas en torno a uno o, quizás, dos patrones de comportamiento sexual en episodios intercalados. Por ejemplo, Natalia que tiene harpaxofilia, es decir, se excita cuando la asaltan, la hija de una médica que vende bombachas usadas por internet o Sara, una mujer a la que le atrae los tejidos (elifilia).

De hecho, su personaje realiza una de las escenas más cómicas del filme cuando ella debe traducir los deseos de un joven a una chica de la línea hot en el servicio de videointerpretación de llamadas para personas sordas (Sara es sorda pero usa audífono, que regula para escuchar el afuera o silencia para abstraerse).

Descontracturada, a veces reiterativa y con un final bastante previsible, El amor se hace ahonda en cuestiones que continúan siendo tabú o generan pudor, incluso con aquel más cercano, tanto desde lo cómico como de la celebración de uno mismo. Porque, a final de cuentas y como expresa la canción de los créditos, lo que importa es la liberación para alcanzar el goce y, sobre todo, el Kiki.

“Disfruta bomba está preparada
De golosina y sabe a guayaba
Lo tengo rico, trabajo duro
Si quiere KIKI, súbelo, súbelo
Cuidado nene que hoy cené fuerte
Cuidado nena que está caliente
Ay, que me viene y no controlo
Me viene el KIKI, súbelo!”

Por Brenda Caletti
@117brenn