Film prolijo con falta de riesgo
Un guionista en crisis matrimonial debe filmar una historia por encargo de un productor: una comedia romántica que transcurre en España que trata un conflicto de pareja similar al que vive en su privacidad. Ficción, realidad, cine dentro del cine, capitales argentinos y españoles, personajes de treinta y pico, clase media.
La paella y/o el asado están listos: El amor y otras historias es un film un poco de allá y otro tanto de acá, con actores conocidos, un director debutante pero guionista consumado (la serie Vientos de agua; la película Séptimo) y un tratamiento formal que le debe más a un programa de televisión que al lenguaje del cine. Pablo (Alterio) escribe pero modifica más de una vez el texto de acuerdo a su ruptura de pareja, altera el guión de hierro según sus trances personales, discute, se pelea y reinicia el rodaje aferrado a su crisis personal que parece devorarle la ficción. En determinadas escenas se percibe el gusto del director por la comedia clásica americana, especialmente, hacia aquellos títulos realizados por Howard Hawks, Preston Sturges y George Cukor. Pero el traspié principal de El amor y otras historias es que sólo trabaja desde la superficie del género, rozando al clasicismo pero nunca ubicándolo en un terreno de tensión, apropiándose de sus códigos más visibles pero inclinándose hacia su costado más amable y menos críptico. La trama funciona como un mecanismo de relojería donde todas las piezas están en su lugar: la música, los momentos románticos, la potencia actoral de Alterio, Cardinali y Marta Etura (bellísima mujer), el coro de secundarios, el guión como elemento de transición al momento del rodaje de cualquier película. Pero todo aquello que en las dos historias se fortalece a través de la palabra escrita trasluce liviano y sin matices al momento de la puesta en escena. Ocurre que en ocasiones el género requiere de algo más que de su faceta amena y de poco riesgo para que una película no recuerde a tantas otras que cuentan historias donde un matrimonio parece caerse a pedazos.