Sobre el ABC de toda comedia romántica
Plaza del Sol, vísperas de Año Nuevo. Miles de madrileños esperan, con doce uvas en la mano, las doce campanadas. La cámara se acerca a una parejita: ella feliz, él con mirada incierta. Al mismo tiempo, una rubia espera con sus uvas, pero solita y tristona en su departamento. De pronto, el tipo de mirada incierta abandona a la chica feliz y se larga a correr por las calles. Qué duda cabe, sabemos adónde va. Surge ahí la voz de un relator que nos sintetiza las reglas básicas de toda comedia romántica. Ahora también sabemos cómo será la historia de esos dos uvícolas. Lo que no sabemos es cómo terminará la propia historia amorosa del relator, que es el verdadero protagonista de la película.
El fulano es profesor de la UBA, con pasado literario y presente mercenario: su amigo productor le encargó una comedia romántica para salvar la plata a medias con unos españoles. ¿Pero cómo inspirarse, cuando justamente está sufriendo una tormentosa crisis de pareja? Así es la cosa: paralelos, contraposiciones, idealizaciones, agotamientos, tentaciones, soluciones más o menos mágicas en la parejita de ficción y acaso también en la otra. O no.
En la vida real de veras, lo que estamos viendo también es el trabajo de un guionista, Alejo Flah, para una romántica en coproducción argento-española. No conocemos su vida sentimental, pero sí la profesional: integró el cuerpo de guionistas de la serie "Vientos de agua", se lució con Patxi Amezcua en el guión de "Séptimo", y ahora se animó a dirigir. Lo hace bien, avanza sobre seguro, sin pretensiones de cambiar la historia del cine, más bien con la responsabilidad de aprender y entregar un buen producto. Cumple así con sus productores y con el público, aunque bien pudo darle más riqueza y sabor, y mayor ritmo, a los diversos episodios de su historia. O escarbar algo más en un tema que deja picando, ese de las tentaciones sin consecuencia (salvo que la pareja las descubra).
En tal sentido, el título de rodaje de esta obra era bien explícito: "Sexo fácil, películas tristes". Lo primero todavía se advierte, aunque no demasiado. Lo otro está presente en la cara del protagonista Ernesto Alterio, y en algún bache narrativo. Para alegría, las breves apariciones de Luis Luque como el amigo productor, un optimista cargado de deudas y de mujeres, incluyendo hijas y nietas de sucesivos amores. Quizás algún día podamos saber en quién se inspira Flah para este personaje.