Si hay algo que tiene el cine de Luis Ortega es ternura y poesía. El Ángel es eso. Desborda arte.
El film comienza con la voz en off de Lorenzo Ferro relatando una pequeña porción de su visión de la vida. No solo la relata, la describe actuando a lo largo de todo el metraje.
Salta una reja de un antiguo caserón y entra. Impunemente, casi inocente, como si su mirada fuese la de alguien que recién descubre el mundo y no la de un bandido completamente malicioso. No es este un film sobre la maldad. Ortega trata a su personaje con amor, no lo juzga, hasta logra que se empatice con él. No es que levante bandera a favor de un asesino, creo, nos está hablando es de otra cosa. Y eso es lo que hay que comprender; una ficción que toma un caso real como punto de partida, y luego ese monstruo es una creación completamente artística. Ya lo hemos visto en filmes anteriores del director, la inocencia de personajes atravesados por la marginalidad de sus pensamientos que viven con una libertad que no es compatible con la sociedad que los rodea.
Vemos al ángel caminar por las calles libremente, se divierte y disfruta, pero no por robar dinero o matar, lo que disfruta es la propia vida, lleno de vitalidad. Camina ardiendo de vida. Así conoce a Ramón (Chino Darín), quien lo sumerge en una dinámica familiar totalmente distinta a la suya. Con las caracterizaciones a cargo de Daniel Fanego y Mercedes Morán. Aquí se inicia Carlitos con las armas y los robos organizados. En el medio de las hazañas ve a su compañero desde otro lugar, más de un lado de amor e idealización.
El relato continúa, (como empezó) con una música inmejorable (recuerda al uso de las canciones en las películas de Tarantino, el espectador sale de la sala del cine queriendo el disco con la banda sonora completa del film) hasta que los hechos son irreversibles. Ya no más hogar con comida de madre, ya no más caminatas sin más límite que el de la propia imaginación y ya no más bailar como en un juego de niño lleno entusiasmo con la música alta. Esa será su última danza.
Una puesta en escena afiladísima con la época. El diseño de arte, junto con el vestuario son clave para la descripción de esos años, la producción del film es impecable. Sin esos recursos no creo posible un acercamiento creíble a la época.
Deslumbra Julián Apezteguia con la dirección de fotografía, que es perfecta. Le da al relato lo justo en cada escena y climas.
Con su debut en la pantalla grande, Toto Ferro logra destacarse y transmitir todas las características del Robledo Puch de Ortega. Poético, rebelde, atrevido y hasta sutil y emocional. Lo acompaña un elenco extraordinario que sobresalen uno a uno con cada personaje. Si bien nadie se queda atrás el trabajo de Fanego y Morán es admirable, al igual que, en los polos opuestos de la ficción y con menos apariciones, el de Cecilia Roth y Luis Gnecco. Con algunos detalles de personajes ”extraños” , típicos de Luis, termina de dar su firma de autor.
El Ángel, llena de emociones disruptivas que dejan un espectador un tanto descolocado, se estrenará este 9 de Agosto en los cines de todo el país.