El Ángel es sin duda una de las películas más esperadas del año. Dirigida por el realizador y guionista Luis Ortega (Caja negra, Monobloc, Lulú, Historia de un clan), quien contó con la colaboración en el guión de Rodolfo Palacios y Sergio Olguín, la cinta recorre parte de la vida delictiva del famoso criminal argentino Carlos Robledo Puch, encarcelado en febrero de 1972, cuando solo tenía 20 años de edad, después de cometer una serie de robos y asesinatos. Vale también remarcar que el filme en cuestión fue nominado en el pasado Festival de Cannes para el premio Un Certain Regard.
Ya desde sus minutos iniciales, El Ángel nos muestra a un joven Carlitos (interpretado por el debutante Lorenzo Ferro) como a un personaje carismático, de buena familia, pero con una marcada tendencia a delinquir. Su fascinación inicial es la de entrar en lugares descuidados y robar pertenencias, que parece ser más un juego o un pasatiempo, a una forma de vida. Sus padres (llevados a cabo en forma correcta por Cecilia Roth y Luis Gnecco), no son presentados como una mala influencia, por el contrario Ortega los expone como ejemplos a seguir, aunque quizás con cierta debilidad en el control para con su hijo y las actividades que realiza.
Posteriormente conocerá en la nueva escuela a Ramón (Chino Darín), por quien sentirá cierta curiosidad, y estableceré un vínculo amistoso, convirtiéndose en compañeros de aventuras, tanto románticas como delictivas. La aproximación a Ramón, no tardará en acercarlo a la familia del mismo (Mercedes Morán y Daniel Fanego); de un tipo más liberal, lo cual lo incentivará más en sus impulsos criminales, y lo volcará definitivamente a su idea de ser un ladrón.
La idea de Luis Ortega en El Ángel es ir más allá de la carrera delictiva de Puch, centrarse en su personalidad carismática, su cara de ángel, su aspecto de confianza, e incluso en su procedencia de una familia modelo. Quizás mostrar cierta naturaleza que va más allá de lo hecho, no como justificativo, sino como una realidad, y hasta generar cierta empatía con el protagonista, quien realiza sus actos de forma impulsiva e inconsciente, alejado de todo tipo de planificación. La reconstrucción de la época está entre lo más destacado del film, así como parte de la musicalización (aunque no en su totalidad). La actuación de Ferro no es sobresaliente, pero a medida que avanza la película convence un poco más, y se mete al espectador en el bolsillo, generando esa extraña empatía. El resto del elenco cumple, resultando difícil resaltar la labor de uno por encima del resto (quizás Daniel Fanego). Si bien Ortega logra imprimir cierta dinámica a lo largo de las casi dos horas de metraje (Lo cual es un mérito), algunas escenas están dilatadas y otras podrían haber sido obviadas, entendiendo cierta intención del director en incluirlas, pero no por ello compartiendo su postura. Sin ser una obra mayúscula, El Ángel es un trabajo firmemente realizado, y vale como una propuesta digna de verse.