Nos encontramos, casi con seguridad, ante el estreno nacional del año. No porque sea la mejor película argentina que se estrene en 2018 (aunque se encuentre entre las mejores sin dudas), sino por su impronta y grandilocuencia. Tanto dentro, como fuera de la pantalla.
La historia de Carlos Robledo Puch es muy conocida por los argentinos mayores de 40 años y por cualquier joven ávido de información.
Se trata de uno de nuestros (pocos) asesinos seriales, y que además tiene muchos condimentos muy dignos de cine. He aquí la película.
Ahora bien, paradójicamente, lo que menos destaco de esta producción es la manera en la cual se retrata a “El Ángel”. Porque no se termina de mostrar ni su crudeza ni todos sus crímenes, incluso los más aberrantes.
No digo que lo pintan como a un “tipo simpático” pero pega en el palo. Y aquí otra paradoja, porque el film recae en el atractivo y magnetismo de su protagonista.
Por ello, me desprendo (y tendrían que hacerlo todos) de la realidad para pasar a la ficción, en la cual se hace adictivo ver a este personaje.
El laburo del debutante Lorenzo Ferro no solo es impresionante, más aún teniendo en cuenta que es lo primero que hace, sino también arrollador y eclipsante.
No me alcanzan los elogios hacia el actor. Ojalá sea el principio de una muy fructífera carrera, porque tiene todo para llegar a lo más alto.
Asimismo, se encuentra muy bien ladeado por el Chino Darín, cuyo curriculum crece de forma maratónica, al mismo tiempo que su habilidad actoral. Posee un gran registro y versatilidad.
Completan (también muy bien) Mercedes Morán, Daniel Fanego, Luis Gnecco, Peter Lanzani y Cecilia Roth.
Pero la clave radica en la dupla Lorenzo/Chino, o mejor dicho, Carlitos/Ramón. Tienen secuencias formidables y mucha química entre ellos, en una relación que da para mucho debate. Más allá de que coincida o no con lo que pasó en realidad.
Luis Ortega, quien estuvo centrado en grandes despliegues de la tv local en los últimos años. Ya sea con Historia de un clan (2015) o El marginal (2016), vuelve al cine a lo grande.
Sin dudas su mejor película, donde todos los aspectos técnicos y narrativos son aciertos.
La fotografía, el arte, el montaje y la música. Todo brilla.
El Ángel es un deleite cinéfilo para todos los sentidos y la película argentina más ambiciosa de este año.