Flavia se enfrenta a una nueva etapa: la vida sin León, su compañero. Habiendo fallecido el hombre recientemente, ella se encuentra en la penosa tarea de amigarse con la soledad, volver a la rutina y resignificar los momentos y espacios dentro de su hogar: la cama, la bicicleta, las comidas pero también el lugar de Lucía, la hija del primer matrimonio de él. Hecho que no resulta menor, al contrario.