Tras ganar la competencia Noves Visions de la 54ª edición de Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantástic de Catalunya, se estrena la nueva película del director de La memoria del muerto y El eslabón podrido que se centra en la cada vez más intensa relación que se va estableciendo entre dos mujeres opuestas entre sí.
Por un lado está Carla (Jimena Anganuzzi), que carga con un embarazo de más de cuatro meses producto de una violación y a quien en la primera escena vemos avanzar trastabillando en medio de una tormenta. Por otro, aparece Irina (Lola Berthet), una médica que suele hacer abortos clandestinos pero en este caso se niega a practicárselo por lo avanzado del proceso de gestación. En cambio, le propone darle refugio hasta que el bebé nazca y luego venderlo a un matrimonio adinerado. Desesperada, sin demasiada contencion ni alternativas superadoras, Carla termina aceptando.
Tras ese inquietante prólogo, avanza este film ambientado en los años '70 (aunque bien podría transcurrir en los '50), rodado casi íntegramente en blanco y negro, que navega en las aguas del terror gótico, el melodrama romántico y el thriller erótico sobre las diferencias de clase y los códigos compartidos con aires de La ceremonia, de Claude Chabrol; y elementos propios del cine de Fassbinder y Almodóvar.
Sexo, sangre y venganza conforman el tríptico principal de esta película que se basa -sobre todo- en la química entre las dos protagonistas (los personajes masculinos a cargo de Germán de Silva, Edgardo Castro y Luis Ziembrowsky solo orbitan alrededor de ellas y tienen una dimensión psicológica bastante más limitada), que va desde las tensiones iniciales hasta la relación casi endogámica y simbiótica que se va profundizando posteriormente. El resultado es un film tenso y denso, por momentos ominoso y pertubador, con varios pasajes logrados desde lo narrativo, visual e interpretativo.