Un director y dos actrices se juegan a hacer un melodrama extremo y, como se ha dicho, gótico, en el que el erotismo lésbico y la sangre se dan la mano. La audacia se llama El Apego y es una idea de Valentín Javier Diment (La Feliz, continuidades de la violencia), Jimena Anganuzzi y Lola Berthet. Y ya la enunciación de su premisa proclama riesgo: una mujer embarazada (Anganuzzi) acude a una médica que practica abortos (Berthet), pero esta se niega a hacerlo porque tiene más de tres meses de gestación. En cambio, le propone asociarse para vender el bebé a una pareja sin hijos.
En blanco y negro, con vistosos encuadres que refuerzan un expresionismo en el que las dos actrices se mueven como si hubieran nacido para ello, sobre todo Berthet, pura extrañeza. El vínculo entre ambas, conviviendo en la casa-consultorio, con una enfermera-ama de llaves (todo es más que una sola cosa), se intensifica y deriva en romance apasionado. A la vez que la locura va dominando la historia, porque las víctimas son victimarios y el blanco y negro queda solo en la fotografía.
Con múltiples referencias cinéfilas (Fassbinder, Hitchcock, De Palma), El Apego avanza con convicción por territorios calientes. Mezclando la venganza femenina contra la cultura de la violación y sus representantes (como lo hacía la reciente y menos original Hermosa Venganza), con el thriller psicológico, el melodrama, el erotismo y la violencia. Sexo y sangre, locura y sororidad, en un cóctel que, aunque pierda algo de foco y potencia, hacia el final funciona.