Dios nos libre
Otra película con Nicolas Cage en la que el actor no da pie con bola.
Alguna vez habría que estudiar seriamente el caso Nicolas Cage. ¿En qué preciso momento la carrera del actor de Educando a Arizona (de los hermanos Coen, 1987) y Corazón salvaje (David Lynch, 1990) se fue al descenso? ¿Habrá sido cuando empezó a preocuparse más por sus padecimientos capilares que por su trabajo? Si en los últimos años el sobrino de Francis Ford Coppola venía haciendo películas de la B Metropolitana -a excepción de El ladrón de orquídeas, de 2002-, ahora directamente se fue a la D con El apocalipsis.
Propaganda cristiana de mala calidad, esta película está basada en una serie de exitosos libros que empiezan con un episodio surgido de una interpretación del Nuevo Testamento: la repentina desaparición de millones de personas en todo el mundo. En un segundo, los cuerpos se desvanecen y lo único que queda de esas personas es la ropa que tenían puesta. Se supone que esto desata un caos mundial, y decimos “se supone” porque la película se ahorra de mostrárnoslo: sólo vemos gente corriendo de acá para allá, un par de choques, un avioneta que cae, y punto. Lo demás tenemos que suponerlo, y eso que la acción transcurre en las afueras de Nueva York.
Quizá sea para mejor, porque lo que sí vemos son algunos efectos especiales berretas. Y actuaciones flojísimas, empezando por la de Cage (¿seguirá habiendo un buen actor bajo ese quincho?), un piloto sorprendido en pleno vuelo por el episodio sobrenatural. Todo es poco creíble, artificial, forzado, colmado de moralina. Y es un mal remedo de viejas películas de desastres aéreos, como Aeropuerto. Igual, lo peor está por venir: hay doce libros, y los productores ya anunciaron que habrá dos secuelas. Dios nos libre y nos guarde.