Hay una delgada línea que separa el ridículo de lo sublime, entendiendo esto como la expresión más acabada de una manifestación artística, la que sea o, por defecto, que de tan desafortunada termine convirtiéndose en un objeto “bello”. Y Con “El apocalipsis” (USA, 2014) de Vic Armstrong, remake del filme homónimo de 2001, que a su vez adapta una serie de libros, estamos ante la disyuntiva de estos dos polos.
Hay algo en su esencia que de tan arriesgada propuesta, en la que se mezclan los recursos de todas las películas catástrofes, con el plus de un relato y una explicación bíblica, y que a través de efectos especiales intenta esconder su verdadero y obvio origen propagandístico cristiano.
Un maniqueo piloto de avión (Nicolas Cage) ve como su mundo de engaños maritales y mentiras se derrumba cuando su hija (Cassi Thomson) lo descubre en pleno affaire previo a subirse a un vuelo.
Paralelamente la joven conoce a un periodista (Chad Michael Murray), que aparentemente (por los indicios que se dan en la pantalla) es una especie de Tom Wolfe de la investigación. Entre ambos la química es inmediata, pero Buck (Murray) debe viajar en el avión que Cage pilotea.
Ambos se separan con la promesa de volverse en algún momento, o no, a verse. El destino querrá que Rayford (Cage) y Buck estén en el aire cuando un hecho sobrenatural afecte a todo el mundo.
En determinado momento la mayor parte de los seres humanos “desaparecen” literalmente de la faz de la tierra. Nadie puede encontrar una explicación certera, hasta, claro está, avanzado el metraje.
La desesperación por encontrarlos y el inicio de una fallida búsqueda de sentido a todo lo que está sucediendo colocarán a Chloe (Thomson) en un lugar protagónico en la narración, convirtiéndose en el nexo entre lo que pasa en la tierra y en el cielo (en el avión).
Vic Armstrong hace lo que puede con el escaso presupuesto para efectos especiales que claramente intentan capturar la atención de un público incauto que llegará a las salas por el carisma del otrora rey de las películas de acción.
“El apocalipsis” deambula entre el panfleto bíblico (cuando intenta explicar hasta con salmos la razón de la misteriosa desaparición de las personas) y el cine catástrofe clase B con una habilidad para terminar de desconcertar al espectador.
Chloe de amazona pasa a atribulada joven, y que si bien en el arranque demuestra una posición anti religión (discute en el aeropuerto con una mujer que indica el por qué de lo mal que le va al mundo, o cuando reniega de la religiosidad extrema de su madre –Lea Thompson-) luego revierte esto para mostrarse débil ante las “misteriosas maneras de obrar del señor”.
En la tierra el infierno desatado, y en el aire Buck y Rayford intentarán mantener la calma de los pasajeros del vuelo que no han desaparecido con una impronta cercana a manual de consejos de Bernardo Stamateas y compañía.
En síntesis “El apocalipsis” es una película para ir al cine y dejarse llevar por los estereotipos y lugares comunes de un género, que suma, además, una impronta religiosa que no termina por opacar la solemnidad de algunos diálogos que de tan armados suenan hasta disparatados. Para sorprenderse con un producto que termina siendo, de tan malo, con tan horribles actuaciones, bueno.