La historia es la de un estudiante de filosofía de más de treinta años que quiere apostatar. Es decir, que se borre su registro de bautismo y abandonar la Iglesia Católica. Es el punto de partida para una película original y -el término es el más justo- fresca que habla de otra cosa: la necesidad (cada vez más tardía, eso también es tema) de abandonar la infancia y la adolescencia y enfrentarse al mundo como una persona madura (que no vieja, claro). El asunto de la apostasía está tratado como un pequeño thriller que sirve para integrar los episodios de la vida del protagonista, ligarlos con la infancia y darle el impulso para cambiar las cosas. Curiosamente -o no tanto-, es el contacto con un niño y su madre lo que termina de otorgarle al protagonista el puente para cumplir sus deseos. Fábula de un humor y una ternura notables, se trata de dejar un mundo para ingresar a otro con una última y genial travesura. Haga lo posible por verla.