Con una historia sencilla bien contada pueden decirse cosas interesantes
En la costa argentina no todo es mar, sol, playa, vacaciones, etc., hay también otro mundo, en el que viven los residentes permanentes de esos lugares que, fuera de temporada veraniega, tienen que continuar con sus obligaciones como todos, y el paisaje cambia, sobre todo, en las pequeñas localidades, que es desolador. El movimiento de la gente disminuye y el frío penetra no sólo en los huesos, sino también en los ánimos de todos los vecinos.
Con un panorama complicado desde lo humano y lo geográfico, Pablo (Nahuel Viale), es un veinteañero que intenta llevar una vida lo más correcta posible, dentro de su lógica, para poder finalmente despegar y realizar su propio vuelo.
Por eso es aprendiz de cocinero en el restaurante de un hotel de categoría en Quequén, y en sus ratos libres, junto a otros muchachos, hace algunos “trabajitos”, que le permite juntar el dinero para tener su propio restaurante y así poder independizarse. Su objetivo lo tiene muy en claro, y no se cuestiona su labor paralela, las hace y punto. La cuestión, que esos “trabajitos” son pequeños delitos, ordenados por El Chaqueño, quien nunca aparece en pantalla, pero el nexo entre él y la banda es Parodi (Esteban Bigliardi), asumiendo el rol de jefe sobre los otros tres. Tiene una personalidad irritante y no confían en él, pero le obedecen igual.
Pablo tiene la dura tarea, no sólo de estar en la cocina todos los días, mostrarse disponible para realizar algún atraco, sino también, tiene que lidiar con su madre Mimí (Mónica Lairana), que trabaja de mucama en el mismo hotel que él y es una borracha empedernida.
Ante tantos problemas, el protagonista hace lo que puede, resiste las presiones hasta un punto alto de tolerancia, pero el desmadre se encuentra latente, se intuye algo, pero resuelve las cosas como se le ocurren en ese momento.
En su ópera prima el director Tomás De Leone nos relata la vida de un joven que no tiene grandes posibilidades para progresar, porque su familia no lo ampara, los que podrían considerarse amigos, son delincuentes de poca monta, como él, la ciudad termina siendo un territorio hostil, y por ese motivo siempre se mueve en la periferia, donde lo agreste predomina, escasean las casas y hay poca gente.
La historia transmite el sentimiento profundo, intimista, de alguien que quiere pertenecer a una sociedad, como todos, pero las circunstancias que padece lo van empujando cada vez más, excluyéndolo y convirtiéndolo en un marginal.
Con un ritmo preciso, escenas y diálogos cortos, desarrollados con el tiempo justo y necesario, el realizador maneja los climas con minuciosidad, demostrando que si se tiene una historia sencilla bien contada, se pueden filmar cosas interesantes.