Tras incursionar en comedias románticas leves y dulzonas, Pierce Brosnan vuelve a ponerse el traje de hombre de acción. Detrás de la cámara está un director experimentado como el australiano Roger Donaldson (“Sin salida”) pero el film hace agua: es convencional, estereotipado y pesado. La realización repite fórmulas ya transitadas y parte encima de un esquema muy gastado: un veterano agente de la CIA fuera de servicio es convocado otra vez: debe sacar de Rusia a una doble agente que es nada menos que la madre de su hijo. Como todo sale mal, el tipo se retoba y la CIA, que tiene muy poca paciencia, empezará a buscarlo para dejarlo definitivamente fuera de todo servicio. Y en esa mezcla de búsqueda y huida (otro recurso gastado) se topara con un ex discípulo, un principiante con ínfulas que sueña con aniquilar a su mentor. Y detrás del gran tema, todo se resolverá al fin en un feroz mano a mano. El soporte argumental es conocido: llegadas sobre la hora, persecuciones, tiroteos, tecnología de punta, señoritas lindas y peligrosas y mucha gente alrededor, que hace todo más confuso y complicado. Nada nuevo en esta desteñida reaparición de un ex 007 en plena retirada. (** REGULAR).