Cuando la productora Barbara Broccoli, en el año 2005, le dio las gracias a Pierce Brosnan por los servicios prestados y finalizó su etapa como James Bond, el actor irlandés no se lo tomó bien.
En varias entrevistas manifestó su disgusto por esta decisión de los realizadores, ya que él tenía previsto hacer más películas en el rol de Bond.
Un tiempo después se anunció que Daniel Craig sería el nuevo 007 y Brosnan decidió desarrollar su propia saga de espías. Así fue que en el 2006 compró los derechos de la novela "The November Man", de Bill Granger, quien brindó varias historias con el personaje del agente secreto Peter Devereaux.
A Brosnan se le complicó más de lo previsto el financiamiento de este film y recién en el 2012 el proyecto cobró vida otra vez. En esta ocasión le encargó la dirección a Roger Donaldson, con quien había trabajado en El pico de Dante (19979), y convocó para el principal rol femenino a Olga Kurylenko, ex chica Bond de Quantum of Solace.
El libro The November Man es un bodrio épico que sólo los valientes y masoquistas pueden terminarlo y llegar a la última página.
Brosnan tomó el concepto de la novela y lo adaptó en un thriller de espionaje hollywoodense. A diferencia del libro, el film presenta numerosas secuencias de tiroteos y persecuciones, mientras que el agente Devereaux es retratado como un clon maduro de Jason Bourne.
El problema que tiene esta producción es que la trama no es interesante y los protagonistas parecen actuar en piloto automático, como si no les importara sus personajes.
Más allá de las escenas de acción, que están muy bien logradas, El aprendiz no ofrece ningún otro elemento atractivo. Brosnan es el antihéroe que se lleva bien con las armas de fuego, Olga Kurylenko, la chica en apuros que necesita protección, y en el medio hay un montón de gente que intenta matarlos. Eso es todo.
Si bien la película no tiene la fuerza necesaria como para construir una saga con el agente Deveraux, el director Donaldson dentro de todo se las arregló para brindar una propuesta de suspenso que consigue ser llevadera sin muchas pretensiones.